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  • Caín dijo a su hermano Abel: "Vamos al campo". Cuando se encontraron en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y le mató. (Génesis 4, 8)

  • Adán tuvo de nuevo relaciones con su mujer, y ésta dio a luz un hijo, a quien puso por nombre Set, "porque Dios, dijo, me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, al que mató Caín". (Génesis 4, 25)

  • Miró a su alrededor, vio que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró entre la arena. (Exodo 2, 12)

  • A medianoche el Señor mató a todos los primogénitos de Egipto, desde el primogénito del Faraón, su sucesor en el trono, hasta el primogénito del esclavo, recluido en la cárcel, y a todos los primogénitos de los animales. (Exodo 12, 29)

  • Como el Faraón se obstinó en no dejarnos salir, el Señor mató a todos los primogénitos de Egipto, desde el primogénito del hombre hasta el del animal. Por eso yo sacrifico al Señor todo primogénito de mis hijos. (Exodo 13, 15)

  • La comunidad lo sacó fuera del campamento y lo mató a pedradas, tal y como el Señor había ordenado a Moisés. (Números 15, 36)

  • El homicida puede refugiarse allí y salvar su vida si mató a su prójimo sin querer, sin haber sido anteriormente enemigo suyo. (Deuteronomio 19, 4)

  • Si en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar en posesión se encuentra un muerto tirado en el campo sin que se sepa quién lo mató, (Deuteronomio 21, 1)

  • Después de esto, Josué los golpeó y los mató; y mandó que los colgaran de cinco árboles, y en ellos estuvieron colgados hasta la tarde. (Josué 10, 26)

  • Si el vengador de sangre lo persigue, no lo entregarán en sus manos, porque mató involuntariamente a su prójimo, sin tenerle odio anteriormente. (Josué 20, 5)

  • Destruyó la torre de Penuel y mató a los hombres de la ciudad. (Jueces 8, 17)

  • Entonces Zébaj y Salmuná dijeron: "Ánimo, mátanos tú; porque como es el hombre, así es su fuerza". Entonces Gedeón se levantó, mató a Zébaj y Salmuná y se quedó con las lunetas que llevaban al cuello sus camellos. (Jueces 8, 21)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina