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  • En su tiempo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo atacó, y Joaquín le estuvo sometido durante tres años; pero luego se rebeló contra él. (II Reyes 24, 1)

  • En su tiempo las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia, fueron contra Jerusalén, y la sitiaron. (II Reyes 24, 10)

  • Nabucodonosor mismo, rey de Babilonia, llegó mientras sus tropas sitiaban la ciudad. (II Reyes 24, 11)

  • El año noveno de su reinado, el día décimo del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitió; y construyeron un muro de asedio alrededor. (II Reyes 25, 1)

  • El mes quinto, el séptimo día del mes -el año diecinueve del rey Nabucodonosor, rey de Babilonia-, Nebuzardán, jefe de la escolta y ministro del rey de Babilonia, llegó a Jerusalén; (II Reyes 25, 8)

  • Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso al frente del pueblo que quedó en Judá a Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán. (II Reyes 25, 22)

  • (41 )Yehosadac fue llevado al destierro cuando el Señor desterró a Judá y a Jerusalén por mano de Nabucodonosor. (I Crónicas 6, 15)

  • Nabucodonosor, rey de Babilonia, fue contra él y lo llevó a Babilonia cargado de cadenas. (II Crónicas 36, 6)

  • Nabucodonosor se llevó también a Babilonia parte de los objetos del templo del Señor y los puso en su palacio de Babilonia. (II Crónicas 36, 7)

  • A la vuelta del año, el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran a Babilonia con el valioso mobiliario del templo del Señor, y nombró rey de Judá y Jerusalén a su tío Sedecías. (II Crónicas 36, 10)

  • Se rebeló asimismo contra el rey Nabucodonosor, al cual había prestado juramento en el nombre de Dios. Fue terco y obstinado y no quiso convertirse al Señor, Dios de Israel. (II Crónicas 36, 13)

  • Nabucodonosor se llevó para Babilonia los objetos del templo de Dios, grandes y pequeños; los tesoros del templo y los tesoros del rey y a sus jefes. (II Crónicas 36, 18)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina