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  • José halló gracia a sus ojos, y así fue incorporado al servicio de su dueño, quien le hizo mayordomo de su casa, confiándole todo cuanto tenía. (Génesis 39, 4)

  • Cuando José vio a Benjamín con ellos, dijo a su mayordomo: "Lleva a estos hombres a casa, mata un animal y aderézalo, porque comerán conmigo al mediodía". (Génesis 43, 16)

  • El mayordomo hizo lo que le dijo José y los llevó a la casa de José. (Génesis 43, 17)

  • Se acercaron al mayordomo de José y le hablaron así a la entrada de la casa. (Génesis 43, 19)

  • José ordenó a su mayordomo: "Llena de víveres los sacos de estos hombres hasta arriba y pon el dinero de cada uno en la boca del saco. (Génesis 44, 1)

  • Apenas habían salido de la ciudad, de la que no estaban lejos, cuando José dijo a su mayordomo: "Levántate, sigue a esos hombres, dales alcance y diles: ¿Por qué habéis devuelto mal por bien? (Génesis 44, 4)

  • Ajisar era mayordomo del palacio, y Adonirán, hijo de Abdá, el prefecto de las prestaciones personales. (I Reyes 4, 6)

  • Ajab llamó a Abdías, su mayordomo, el cual era muy temeroso del Señor: (I Reyes 18, 3)

  • Así que el mayordomo de palacio, los grandes de la ciudad, los ancianos y los tutores mandaron a decir a Jehú: "Somos tus siervos; haremos lo que nos mandes. A nadie proclamaremos rey; haz lo que quieras". (II Reyes 10, 5)

  • Llamaron al rey, y se presentaron Eliaquín, hijo de Jelcías, el mayordomo, Sebná, el secretario, y Yoaj, hijo de Asaf, el heraldo. (II Reyes 18, 18)

  • Entonces Eliaquín, hijo de Jelcías, el mayordomo, Sebná, el secretario, y Yoaj, hijo de Asaf, el heraldo, se presentaron ante Ezequías, rasgadas sus vestiduras, y le refirieron las palabras del copero mayor. (II Reyes 18, 37)

  • Y mandó a Eliaquín, el mayordomo, a Sebná, el secretario, y a los sacerdotes más ancianos, vestidos de saco, a decir al profeta Isaías, hijo de Amós: (II Reyes 19, 2)


“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina