Génesis, 16

16. Tenía Abram 86 años cuando Agar le dio su hijo Ismael.

Stihovi vezani uz Génesis, 16:

Génesis 16 trata sobre la historia de Sarai, esposa de Abram, que no pudo quedar embarazada y decidió ofrecer a su sirviente egipcio, Hagar, tener un hijo en su lugar. Hagar quedó embarazada de Abram, pero luego fue maltratado por Sarai y huyó al desierto. El capítulo aborda temas como la impaciencia, la falta de confianza en Dios y las consecuencias de las elecciones impulsivas. A continuación hay cinco versos relacionados con estos temas, en orden de proximidad al capítulo:

Salmo 37:7: "Descanse en el Señor y espere con paciencia; no se aburres con el éxito de los demás, ni con los que componen el mal". Este versículo habla sobre la importancia de la paciencia y la confianza en Dios, en lugar de estar frustrado por la prosperidad de los demás o tratar de resolver las cosas por su cuenta.

Proverbios 14:29: "Quien es paciente tiene una gran comprensión, pero quién es impulsivo muestra tontos". Este versículo destaca la sabiduría de la paciencia en contraste con la tontería de las elecciones impulsivas, como las que Sarai hecha al ofrecer a Agar a Abram.

1 Pedro 5:7: "Lancone toda su ansiedad sobre él, porque él te cuida". Este versículo alienta a los cristianos a confiar en Dios y le da sus preocupaciones a él, en lugar de tratar de lidiar con ellos solo, como lo hizo Sarai tomando la decisión de ofrecer a Hagar Abrão.

Proverbios 3:5-6: "Confía en el Señor de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia comprensión; reconoce al Señor en todos tus caminos, y él enderezará tus caminos". Este versículo habla sobre la importancia de confiar en Dios y reconocerlo en todas las áreas de la vida, en lugar de depender solo de su propia comprensión, como lo hizo Sarai al tratar de resolver el problema de la infertilidad con su propia solución.

Isaías 40:31: "Pero aquellos que esperan al Señor renovan su fuerza. Vuelen en voz alta como Eagles; corren y no se agotan, caminan y no se cansan". Este versículo habla sobre la fuerza que proviene de confiar en Dios y esperar en él, en lugar de apresurarse y tratar de resolver las cosas por su cuenta, como lo hizo Sarai al ofrecer a Agar a Abram.