Talált 19 Eredmények: Ajías

  • Ajías, hijo de Ajitub, y hermano de Icabod, hijo de Finjas, hijo de Helí, el sacerdote de Yavé en Silo, llevaba el efod para consultar a Yavé. Nadie sabía a dónde había ido Jonatán. (1 Samuel 14, 3)

  • Entonces Saúl dijo a Ajías: «Trae el efod», pues él lo había traído para consultar a Yavé por Israel. (1 Samuel 14, 18)

  • Elijoref y Ajías, hijos de Sisa, secretarios; Yosafat, hijo de Ajilud, canciller; (1 Reyes 4, 3)

  • Un día que salió Jeroboam de Jerusalén, el profeta Ajías, de Silo, lo encontró en el camino. Este iba cubierto con un manto nuevo y estaban los dos solos en el campo. (1 Reyes 11, 29)

  • Ajías tomó el manto nuevo que llevaba, lo rasgó en doce pedazos (1 Reyes 11, 30)

  • El rey no escuchó a la gente de Israel. Así lo había dispuesto Yavé, comprobándose la palabra de Yavé que el profeta Ajías había dicho a Jeroboam. (1 Reyes 12, 15)

  • Jeroboam dijo a su esposa: «Levántate y disfrázate para que no te reconozcan y vete a Silo. Allí está el profeta Ajías, que me anunció que yo reinaría sobre este pueblo. (1 Reyes 14, 2)

  • Así lo hizo la mujer. Fue a Silo, y entró en la casa de Ajías, el cual era tan viejo que ya no podía ver. (1 Reyes 14, 4)

  • Cuando pasaba la puerta, Ajías oyó sus pasos y le dijo: «Entra, esposa de Jeroboam, ¿por qué quieres pasar por otra? Tengo un duro mensaje para ti. (1 Reyes 14, 6)

  • Lo sepultaron y todo Israel hizo duelo por él, cumpliéndose lo que Yavé había dicho por medio del profeta Ajías. (1 Reyes 14, 18)

  • Basá, hijo de Ajías, de la tribu de Isacar, conspiró contra él y lo mató en Guibetón de los filisteos, cuando Nadab y todo Israel estaban asediando esta ciudad. (1 Reyes 15, 27)

  • Hecho rey, mató a toda la familia de Jeroboam, no dejando a nadie de ella con vida, hasta exterminarlos a todos, según había dicho Yavé por boca de su siervo el profeta Ajías de Silo. (1 Reyes 15, 29)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina