Talált 152 Eredmények: Encuentro

  • Cuando Abram venía de vuelta, después de derrotar a Codorlamor y sus aliados, le salió al encuentro el rey de Sodoma en el valle de Save (es decir, el valle del Rey). (Génesis 14, 17)

  • Yavé le dijo: «Si encuentro en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo el lugar en atención a ellos.» (Génesis 18, 26)

  • pero si faltan cinco justos para llegar a los cincuenta, ¿destruirás la ciudad por esos cinco que faltan?» Yavé respondió: «No habrá destrucción si encuentro allí cuarenta y cinco hombres justos.» (Génesis 18, 28)

  • Abrahán continuó todavía: «No se enoje mi Señor si sigo hablando, pero tal vez no se encuentren más que treinta justos.» Yavé contestó: «No lo haré si encuentro allí treinta justos.» (Génesis 18, 30)

  • Los dos ángeles llegaron a Sodoma al atardecer. Lot estaba sentado a la entrada del pueblo. Apenas los vio, salió a su encuentro, se arrodilló inclinándose profundamente, (Génesis 19, 1)

  • Entonces el hombre corrió a su encuentro y le dijo: «Por favor, dame un poco de agua de tu cántaro.» (Génesis 24, 17)

  • Preguntó al mayordomo: «¿Quién es aquel hombre que viene por el campo a nuestro encuentro?» Le respondió: «Es mi patrón.» Ella entonces tomó su velo y se cubrió el rostro. (Génesis 24, 65)

  • Apenas supo Labán que Jacob era el hijo de su hermana, corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó, y lo llevó a su casa. (Génesis 29, 13)

  • Cuando por la tarde llegaba Jacob del campo, Lía salió a su encuentro y le dijo: «Esta noche dormirás conmigo, pues te he alquilado por unas manzanas de mi hijo.» (Génesis 30, 16)

  • Jacob, por su parte, siguió su camino y le salieron al encuentro Angeles de Dios. (Génesis 32, 2)

  • Volvieron los mensajeros y dijeron a Jacob: «Hemos estado con tu hermano Esaú, y él mismo viene ahora a tu encuentro con cuatrocientos hombres.» (Génesis 32, 7)

  • Esaú corrió al encuentro de su hermano y lo abrazó; echándose sobre su cuello lo besó, y los dos rompieron a llorar. (Génesis 33, 4)


“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina