Talált 124 Eredmények: Joab

  • Juntó a todo el pueblo y le habló con tal convencimiento, que cortaron la cabeza a Sebá y se la arrojaron a Joab. Entonces éste hizo sonar la trompeta y se alejó de la ciudad; cada uno se volvió a su casa, y Joab, a Jerusalén, donde estaba el rey. (2 Samuel 20, 22)

  • Joab era jefe de todo el ejército de Israel; Banaías, hijo de Yoyadá, era jefe de los quereteos y peleteos; (2 Samuel 20, 23)

  • Abisaí, hermano de Joab e hijo de Sarvia, era jefe de los Treinta. El blandió su lanza contra trescientos hombres y se hizo tan famoso como los Tres. (2 Samuel 23, 18)

  • Azael, hermano de Joab, también era de los Treinta. Además: Eljanán, hijo de Dodó de Belén, (2 Samuel 23, 24)

  • Najaray de Beerot, escudero de Joab, hijo de Sarvia; (2 Samuel 23, 37)

  • En efecto, David dio esta orden a Joab, jefe de su ejército: «Recorran todas las tribus desde Dan hasta Bersebá, para hacer un censo y que yo sepa cuánta gente tengo.» (2 Samuel 24, 2)

  • Joab replicó: «Que Yavé, tu Dios, multiplique cien veces más tu gente. Ojalá tus ojos lo vean; pero ¿para qué quieres un censo?» (2 Samuel 24, 3)

  • Pero la orden de David prevaleció sobre los consejos de Joab y de los jefes del ejército, y ellos tuvieron que partir para hacer el censo de la población de Israel. (2 Samuel 24, 4)

  • Este es el resultado del censo que Joab entregó al rey: en Israel había ochocientos mil hombres capaces de manejar la espada, y en Judá, quinientos mil. (2 Samuel 24, 9)

  • Se puso al habla con Joab, hijo de Sarvia, y con el sacerdote Abiatar, ganándoselos para su causa. (1 Reyes 1, 7)

  • Hizo un gran sacrificio de toros, terneros gordos y corderos, al cual invitó a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar, al general Joab, pero no a mi hijo Salomón. (1 Reyes 1, 19)

  • Adonías y sus invitados ya habían terminado de almorzar, cuando sintieron el barullo. Al oír Joab el sonido de la trompeta, preguntó: «¿Qué pasará en la ciudad, que se oye tanta bulla?» (1 Reyes 1, 41)


“O Senhor nos dá tantas graças e nós pensamos que tocamos o céu com um dedo. Não sabemos, no entanto, que para crescer precisamos de pão duro, das cruzes, das humilhações, das provações e das contradições.” São Padre Pio de Pietrelcina