Talált 669 Eredmények: Manos

  • Entonces Miriam, la profetisa, hermana de Aarón, tomó en sus manos un instrumento, un pandero, y todas las mujeres la seguían con tímpanos, danzando en coro. (Exodo 15, 20)

  • Y sucedió que mientras Moisés tenía las manos arriba, se imponía Israel, pero cuando las bajaba, se imponían los amalecitas. (Exodo 17, 11)

  • Que nadie ponga las manos sobre el culpable, sino que sea apedreado o flechado; sea hombre o animal, no debe vivir más. Solamente cuando se oiga el toque de cuerno algunos podrán subir.» (Exodo 19, 13)

  • Si un hombre golpea a su esclavo o esclava con un palo, si mueren en sus manos, será reo de crimen. (Exodo 21, 20)

  • La celebración de la fiesta de los Azimos será de siete días. Comerás panes sin levadura, como te tengo mandado, en el mes de Abib (de la primavera), el mes en que saliste de Egipto. Ustedes no se presentarán delante de mí con las manos vacías. (Exodo 23, 15)

  • Fijaré tus fronteras desde el mar Rojo hasta el mar de los filisteos (Mediterráneo) y desde el desierto hasta el río Eufrates. Pondré en tus manos a los que ocupan el país y tú los echarás fuera. (Exodo 23, 31)

  • Entonces traerás el novillo delante de la Tienda de las Citas; allí Aarón y sus hijos le pondrán las manos sobre la cabeza (Exodo 29, 10)

  • Tomarás después el primero de los carneros. Aarón y sus hijos pondrán las manos sobre la cabeza del carnero. (Exodo 29, 15)

  • Tomarás asimismo el otro carnero, sobre cuya cabeza Aarón y sus hijos pondrán las manos. (Exodo 29, 19)

  • y después de poner todas estas cosas sobre las manos de Aarón y de sus hijos, las mecerás en la presencia de Yavé. (Exodo 29, 24)

  • Después recibirás de sus manos todo lo dicho y lo quemarás sobre el altar encima de la víctima quemada. Será un sacrificio por el fuego de calmante olor para Yavé. (Exodo 29, 25)

  • para que Aarón y sus hijos se laven las manos y los pies. Que se laven con esta agua cuando entren a la Tienda de las Citas, no sea que mueran. (Exodo 30, 19)


“Que Jesus reine sempre soberano no seu coração e o faça cada vez mais digno de seus divinos dons.” São Padre Pio de Pietrelcina