Talált 808 Eredmények: Moisés

  • Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres cuando hablaron con Faraón. (Exodo 7, 7)

  • Yavé advirtió a Moisés y a Aarón: «Si Faraón les pide algún signo o milagro, (Exodo 7, 8)

  • Se presentaron Moisés y Aarón a Faraón, hicieron lo que Yavé les había ordenado, y, al echar el bastón delante de Faraón y de sus ministros, éste se convirtió en serpiente. (Exodo 7, 10)

  • Eso no obstante, Faraón se puso más duro y no escuchó a Moisés y a Aarón, como Yavé le había predicho. (Exodo 7, 13)

  • Yavé dijo a Moisés: «Faraón porfía en negarse a que salga el pueblo. (Exodo 7, 14)

  • Yavé dijo a Moisés: «Di a Aarón: toma tu bastón y extiende tu mano sobre las aguas de los egipcios, sobre su río, sus canales, sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, y éstas se convertirán en sangre. Habrá sangre en toda la tierra de Egipto, hasta en las vasijas, tanto de madera como de piedra.» (Exodo 7, 19)

  • Moisés y Aarón hicieron lo que Yavé les había mandado. Aarón levantó su bastón y golpeó las aguas en presencia de Faraón y de su gente, y todas las aguas del Nilo se convirtieron en sangre. (Exodo 7, 20)

  • Los brujos egipcios hicieron cosas semejantes con sus fórmulas secretas y Faraón se puso más porfiado todavía. Como Yavé lo había dicho, se negó a escuchar a Moisés y Aarón. (Exodo 7, 22)

  • Yavé dijo a Moisés: «Preséntate a Faraón y dile de parte de Yavé: Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto. (Exodo 7, 26)

  • Yavé dijo a Moisés: «Dile a Aarón que extienda el bastón que tiene en su mano hacia los ríos, los esteros y las lagunas de Egipto, para que salgan ranas por todo el país de Egipto.» (Exodo 8, 1)

  • Entonces llamó Faraón a Moisés y a Aarón y les dijo: «Pidan a Yavé que aleje de mí y de mi país estas ranas, y yo dejaré que su pueblo salga para ofrecer sacrificios a Yavé.» (Exodo 8, 4)

  • Moisés le contestó: «Indícame, por favor, cuándo tendré que rogar por ti, por tus servidores y tu pueblo, para que se alejen las ranas y que solamente haya en el Nilo.» (Exodo 8, 5)


“Feliz a alma que atinge o nível de perfeição que Deus deseja!” São Padre Pio de Pietrelcina