Talált 246 Eredmények: fuerza

  • A Dios, cuya fuerza actúa en nosotros y que puede realizar mucho más de lo que pedimos o imaginamos, (Carta a los Efesios 3, 20)

  • Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con su energía y su fuerza. (Carta a los Efesios 6, 10)

  • Pues él cambiará nuestro cuerpo miserable, usando esa fuerza con la que puede someter a sí el universo, y lo hará semejante a su propio cuerpo del que irradia su gloria. (Carta a los Filipenses 3, 21)

  • La fuerza antirreligiosa ya está obrando secretamente, pero falta que desaparezca el que la retiene. (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 7)

  • Doy gracias al que me da la fuerza, a Cristo Jesús, nuestro Señor, por la confianza que tuvo al hacer de mí su encargado. (1º Carta a Timoteo 1, 12)

  • No te avergüences, pues, del martirio de nuestro Señor ni de mí, al verme preso. Al contrario, sufre por el Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. (2º Carta a Timoteo 1, 8)

  • En cuanto a ti, hijo, que tu fuerza sea la gracia que tienes en Cristo Jesús. (2º Carta a Timoteo 2, 1)

  • Pero el Señor estuvo conmigo llenándome de fuerza, para que el mensaje fuera proclamado por medio de mí y llegara a oídos de todas las naciones; y quedé libre de la boca del león. (2º Carta a Timoteo 4, 17)

  • El testamento no tiene fuerza mientras vive el testador, y la muerte es necesaria para darle validez. (Carta a los Hebreos 9, 17)

  • a Jesús, el mediador de la nueva alianza, llevando la sangre que purifica y que clama a Dios con más fuerza que la sangre de Abel. (Carta a los Hebreos 12, 24)

  • Su poder divino nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad, en primer lugar el conocimiento de Aquel que nos ha llamado por su propia gloria y fuerza. (2º Carta de Pedro 1, 3)

  • mientras los ángeles, superiores a ellos en fuerza y en poder, no se permiten ninguna acusación injuriosa en presencia del Señor. (2º Carta de Pedro 2, 11)


“Todas as percepções humanas, de onde quer que venham, incluem o bem e o mal. É necessário saber determinar e assimilar todo o bem e oferecê-lo a Deus, e eliminar todo o mal.” São Padre Pio de Pietrelcina