Talált 20 Eredmények: judía

  • Los mensajeros gritaban en voz alta, en lengua judía, al pueblo de Jerusalén que estaba sobre la muralla, para atemorizarlos y asustarlos y así poder conquistar la ciudad. (2 Crónicas 32, 18)

  • «No creas que por el hecho de que estás en el palacio, serás la única judía que se podrá salvar. (Ester 4, 13)

  • Los dos dragones somos Amán y yo. Las naciones son aquellos que se organizaron para hacer desaparecer a la nación judía. (Ester 10, 8)

  • la nación judía participará en la guerra de todo corazón, según se lo permitan las circunstancias. (1 Macabeos 8, 25)

  • Asimismo, si la nación judía es atacada, los romanos lucharán a su lado con todo entusiasmo, según lo permitan las circunstancias. (1 Macabeos 8, 27)

  • En estos términos concluyen los romanos su alianza con la nación judía. (1 Macabeos 8, 29)

  • «El rey Demetrio, a Jonatán, a su hermano y a toda la nación judía: paz. (1 Macabeos 11, 30)

  • Fortificó las ciudades de Judea, así como Betsur, en los límites de Judea, donde se encontraban las fuerzas enemigas, y puso en ellas una guarnición judía. (1 Macabeos 14, 33)

  • la siguiente carta: «El rey Antíoco, a Simón, Sumo Sacerdote y jefe, y a la nación judía, paz. (1 Macabeos 15, 2)

  • Había visto a Onías, antiguo jefe de los sacerdotes, hombre atento, bueno, humilde en sus modales, distinguido en sus palabras y que desde niño se había destacado por su conducta irreprochable. Este, con las manos levantadas, estaba orando por toda la comunidad judía. (2 Macabeos 15, 12)

  • En realidad, de entre los mismos jefes, varios creyeron en él; pero no lo dijeron abiertamente por miedo a que los fariseos los echaran de la comunidad judía. (Evangelio según San Juan 12, 42)

  • «¡Has entrado en la casa de gente no judía y has comido con ellos!» (Hecho de los Apóstoles 11, 3)


“Reze pelos infiéis, pelos fervorosos, pelo Papa e por todas as necessidades espirituais e temporais da Santa Igreja, nossa terna mãe. E faça uma oração especial por todos os que trabalham para a salvação das almas e para a glória do nosso Pai celeste.” São Padre Pio de Pietrelcina