Talált 356 Eredmények: plata

  • Para pagar su instrucción no sería suficiente un montón de plata; con ella, en cambio, tendrán oro en abundancia. (Sirácides (Eclesiástico) 51, 28)

  • Tu plata se ha convertido en basura, tu vino está mezclado con agua. (Isaías 1, 22)

  • Su país está lleno de oro y plata y sus tesoros son innumerables. (Isaías 2, 7)

  • Ese día, el hombre tirará a los topos y a los murciélagos, los ídolos de oro y de plata que se había hecho para adorarlos, (Isaías 2, 20)

  • Aquel día todo lugar donde había mil parras, valoradas en mil monedas de plata, se cubrirá de zarzas y espinas. (Isaías 7, 23)

  • «Miren cómo yo empujo contra ellos a los medos, que no se interesan por la plata y que desprecian al oro. (Isaías 13, 17)

  • Encontrarás que son impuros la cubierta de plata de tus ídolos y el revestimiento de oro de tus estatuas. Los tirarás como unas inmundicias y les dirás: «Váyanse de aquí.» (Isaías 30, 22)

  • En ese día cada uno de ellos tirará sus ídolos de plata o de oro, todos los ídolos que ustedes se han hecho. (Isaías 31, 7)

  • Ezequías estuvo tan contento que enseñó a los mensajeros la sala del tesoro, con la plata, el oro, los perfumes, los aceites aromáticos, como también su arsenal y todo lo que había en sus bodegas. Nada quedó de su palacio y de sus dependencias que no se lo mostrase Ezequías. (Isaías 39, 2)

  • ¿Acaso la estatua que fundió el artista, y que el joyero revistió de oro con cadenas de plata? (20 Un hábil escultor busca una palmera escogida y de allí saca madera que no se pudre para levantar una estatua bien firme.) (Isaías 40, 19)

  • Pero la gente saca el oro de su cartera y lo pesan, con la plata, en la balanza. Le pagan a un joyero para que les haga un dios al que adoran y delante del cual se tiran al suelo. (Isaías 46, 6)

  • Esto sí, te he puesto en el fuego, igual que la plata, y te he probado en el horno de la desgracia. (Isaías 48, 10)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina