Talált 329 Eredmények: Carne

  • Establezco mi alianza con vosotros, y no volverá nunca más a ser aniquilada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.» (Génesis 9, 11)

  • y me acordaré de la alianza que media entre yo y vosotros y toda alma viviente, toda carne, y no habrá más aguas diluviales para exterminar toda carne. (Génesis 9, 15)

  • Pues en cuanto esté el arco en las nubes, yo lo veré para recordar la alianza perpetua entre Dios y toda alma viviente, toda carne que existe sobre la tierra.» (Génesis 9, 16)

  • Y dijo Dios a Noé: «Esta es la señal de la alianza que he establecido entre yo y toda carne que existe sobre la tierra.» (Génesis 9, 17)

  • Os circuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la señal de la alianza entre yo y vosotros. (Génesis 17, 11)

  • Deben ser circuncidados el nacido en tu casa y el comprado con tu dinero, de modo que mi alianza esté en vuestra carne como alianza eterna. (Génesis 17, 13)

  • El incircunciso, el varón a quien no se le circuncide la carne de su prepucio, ese tal será borrado de entre los suyos por haber violado mi alianza. (Génesis 17, 14)

  • Tomó entonces Abraham a su hijo Ismael, a todos los nacidos en su casa y a todos los comprados con su dinero - a todos los varones de la casa de Abraham - y aquel mismo día les circuncidó la carne del prepucio, como Dios le había mandado. (Génesis 17, 23)

  • Tenía Abraham 99 años cuando circuncidó la carne de su prepucio. (Génesis 17, 24)

  • Ismael, su hijo, era de trece años cuando se le circuncidó la carne de su prepucio. (Génesis 17, 25)

  • y Labán le dijo: «En suma, que tú eres hueso mío y carne mía.» Y Jacob se quedó con él un mes cumplido. (Génesis 29, 14)

  • Venid vamos a venderle a los ismaelitas, pero no pongamos la mano en él, porque es nuestro hermano, carne nuestra.» Y sus hermanos asintieron. (Génesis 37, 27)


“Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina