Talált 22 Eredmények: Deseos

  • Si el lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de su nombre está demasiado lejos de ti, podrás sacrificar del ganado mayor y menor que Yahveh te haya concedido, del modo que yo te he prescrito; lo podrás comer en tus ciudades a la medida de tus deseos; (Deuteronomio 12, 21)

  • Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, le edificaré una casa permanente y caminará siempre en presencia de mi ungido. (I Samuel 2, 35)

  • Abner dijo a David: «Voy a levantarme e iré a reunir todo Israel junto a mi señor, el rey; harán un pacto contigo y reinarás conforme a tus deseos.» Despidió David a Abner, que se fue en paz. (II Samuel 3, 21)

  • Os conjuramos por el cielo y por la tierra, y por nuestro Dios, Señor de nuestros padres, que nos ha castigado por nuestros pecados, y por los pecados de nuestros padres, que cumpláis ahora mismo nuestros deseos.» (Judit 7, 28)

  • Pero si pasan estos días sin recibir ayuda cumpliré vuestros deseos.» (Judit 7, 31)

  • Ella adoró a Dios y les dijo: «Mandad que me abran la puerta de la ciudad para que vaya a poner por obra los deseos de que me habéis hablado.» Ellos mandaron a los jóvenes que le abrieran, tal como lo pedía. (Judit 10, 9)

  • No entregues, Señor, tu cetro a los que son nada; que no se regocijen por nuestra caída, mas vuelve en contra de ellos sus deseos, y el primero que se alzó contra nosotros has que sirva de escarmiento. (Ester 14, 11)

  • Mis días han pasado con mis planes, se han deshecho los deseos de mi corazón. (Job 17, 11)

  • dijo a su gente: «Contened vuestros deseos de botín, que otra batalla nos amenaza; (I Macabeos 4, 17)

  • «A los honrados judíos, ciudadanos suyos, con los mejores deseos de dicha, salud y prosperidad, saluda el rey y estratega Antíoco. (II Macabeos 9, 19)

  • Si os encontráis bien vosotros y vuestros hijos, y vuestros asuntos van conforme a vuestros deseos, damos por ello rendidas gracias. (II Macabeos 9, 20)

  • Conforme a la común decisión de la ciudad, aceptaron los judíos, por mostrar sus deseos de vivir en paz y que no tenían el menor recelo; pero, cuando se hallaban en alta mar, los echaron al fondo, en número no inferior a doscientos. (II Macabeos 12, 4)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina