Talált 2611 Eredmények: rey

  • y al medio día, yendo de camino vi, oh rey, una luz venida del cielo, más resplandeciente que el sol, que me envolvió a mí y a mis compañeros en su resplandor. (Hechos 26, 13)

  • «Así pues, rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial, (Hechos 26, 19)

  • Bien enterado está de estas cosas el rey, ante quien hablo con confianza; no creo que se le oculte nada, pues no han pasado en un rincón. (Hechos 26, 26)

  • ¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.» (Hechos 26, 27)

  • El rey, el procurador, Berenice y los que con ellos estaban sentados se levantaron, (Hechos 26, 30)

  • Soplaba ligeramente entonces el viento del sur y creyeron que podían poner en práctica su propósito; levaron anclas y fueron costeando Creta de cerca. (Hechos 27, 13)

  • En efecto, ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia. (Romanos 4, 3)

  • y recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que poseía siendo incircunciso. Así se convertía en padre de todos los creyentes incircuncisos, a fin de que la justicia les fuera igualmente imputada; (Romanos 4, 11)

  • como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones: padre nuestro delante de Aquel a quien creyó, de Dios que da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean. (Romanos 4, 17)

  • El cual, esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones según le había sido dicho: Así será tu posteridad. (Romanos 4, 18)

  • Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo creyente. (Romanos 10, 4)

  • De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. (I Corintios 1, 21)


“Reze pelos infiéis, pelos fervorosos, pelo Papa e por todas as necessidades espirituais e temporais da Santa Igreja, nossa terna mãe. E faça uma oração especial por todos os que trabalham para a salvação das almas e para a glória do nosso Pai celeste.” São Padre Pio de Pietrelcina