Talált 13 Eredmények: Consagrada
No haréis para vosotros un perfume semejante a éste; será para vosotros cosa consagrada al Señor. (Exodo 30, 37)
se vestirá la túnica de lino consagrada, se pondrá el calzón de lino, se ceñirá con cinturón de lino y cubrirá su cabeza con turbante de lino. Tales son las vestiduras sagradas que se pondrá después de haberse lavado con agua. (Levítico 16, 4)
el sacerdote calculará el precio de estimación por los años que falten hasta el jubileo, y el hombre pagará aquel mismo día el precio fijado a título de cosa consagrada al Señor. (Levítico 27, 23)
Ninguna persona consagrada al Señor podrá ser rescatada; tendrá que morir. (Levítico 27, 29)
La décima parte de los productos de la tierra, tanto de los productos del campo como de los frutos de los árboles, pertenece al Señor; es cosa consagrada al Señor. (Levítico 27, 30)
Si alguno muere de repente junto a él, contaminándole su cabellera consagrada, deberá afeitarse la cabeza el día de su purificación; se la afeitará el séptimo día, (Números 6, 9)
El nazireo se afeitará su cabeza consagrada a la entrada de la tienda de la reunión, y tomando los cabellos de su cabeza consagrada, los echará al fuego que arde bajo el sacrificio de reconciliación. (Números 6, 18)
El sacerdote tomará la pierna, ya cocida, del carnero, un pan sin levadura de la cesta, una torta sin levadura, y se los pondrá en las manos al nazireo, una vez que se haya afeitado su cabeza consagrada. (Números 6, 19)
No podrán vender, ni cambiar, ni ceder nada de esta parte mejor del país, porque está consagrada al Señor. (Ezequiel 48, 14)
de ser ministro de Cristo Jesús entre los paganos; mi tarea sagrada consiste en anunciar el evangelio de Dios, para que la ofrenda de los paganos sea agradable a Dios, consagrada por el Espíritu Santo. (Romanos 15, 16)
Pues el marido no creyente queda consagrado a Dios por la mujer cristiana, y la mujer no creyente queda consagrada a Dios por el marido cristiano; de lo contrario, vuestros hijos serían impuros, mientras que ahora pertenecen al pueblo de Dios. (I Corintios 7, 14)
que nos ha salvado y nos ha llamado a una vida consagrada a él, no por nuestras obras, sino por pura voluntad suya y por la gracia que nos ha dado en Cristo Jesús, desde toda la eternidad, (II Timoteo 1, 9)