Talált 222 Eredmények: Josué

  • Entonces Josué tomó a Acán, hijo de Zéraj, con el dinero, el manto y la barra de oro, a sus hijos, sus hijas, su buey, su asno, su pequeño rebaño, su tienda y todo lo que le pertenecía y, con todo Israel, lo llevaron al valle de Acor. (Josué 7, 24)

  • Josué dijo: "¿Por qué nos has traído la desgracia? Ahora, que el Señor haga caer sobre ti la desgracia". Y todos los israelitas lo mataron a pedradas. (Josué 7, 25)

  • El Señor dijo a Josué: "No tengas miedo ni te acobardes. Toma contigo todos los hombres de guerra, levántate y sube contra Ay. Mira, yo pongo en tus manos al rey de Ay, a su pueblo, su ciudad y su tierra. (Josué 8, 1)

  • Josué se dispuso con todos los hombres de guerra para subir contra Ay. Escogió treinta mil hombres valientes y los hizo partir de noche, (Josué 8, 3)

  • Josué los hizo partir. Ellos fueron al lugar de la emboscada y se apostaron entre Betel y Ay, al occidente de Ay. Josué pasó la noche en el campamento. (Josué 8, 9)

  • Josué se levantó de madrugada, pasó revista al pueblo y subió contra Ay, él y los ancianos de Israel a la cabeza del pueblo. (Josué 8, 10)

  • Josué tomó unos cinco mil hombres y los colocó en emboscada entre Betel y Ay, al poniente de la ciudad. (Josué 8, 12)

  • El pueblo estaba acampado al norte de la ciudad, y la emboscada al poniente. Josué pasó aquella noche en el campamento. (Josué 8, 13)

  • Josué y todo Israel se fingieron vencidos por ellos y se dieron a la fuga por el camino del desierto. (Josué 8, 15)

  • El Señor dijo a Josué: "Extiende hacia Ay la jabalina que tienes en la mano, porque te la voy a entregar". Y Josué extendió hacia la ciudad la jabalina que tenía en la mano. (Josué 8, 18)

  • Josué y todo el pueblo, al ver que los de la emboscada habían tomado la ciudad y que le habían prendido fuego, se volvieron y atacaron a las gentes de Ay. (Josué 8, 21)

  • Pero al rey de Ay lo tomaron vivo y lo llevaron a Josué. (Josué 8, 23)


“Reze pelos infiéis, pelos fervorosos, pelo Papa e por todas as necessidades espirituais e temporais da Santa Igreja, nossa terna mãe. E faça uma oração especial por todos os que trabalham para a salvação das almas e para a glória do nosso Pai celeste.” São Padre Pio de Pietrelcina