Talált 169 Eredmények: morir

  • Hizo morir a espada a Santiago, hermano de Juan. (Hechos 12, 2)

  • Pablo respondió: "¿Qué hacéis llorando y partiéndome el corazón? Yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre de Jesús, el Señor". (Hechos 21, 13)

  • Si he cometido algún delito que merezca la muerte, no me niego a morir; pero si no hay nada de lo que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. Apelo al césar". (Hechos 25, 11)

  • Difícilmente habrá quien esté dispuesto a morir por un hombre justo, aunque por un hombre de bien tal vez alguien lo esté; (Romanos 5, 7)

  • sabemos que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no vuelve a morir, la muerte ya no tiene dominio sobre él. (Romanos 6, 9)

  • Al morir, murió al pecado una vez para siempre; pero al vivir, vive para Dios. (Romanos 6, 10)

  • Pero ahora, al morir a la ley, a la cual estábamos sujetos, hemos quedado libres para servir a Dios no conforme a la letra de la vieja ley, sino conforme a la nueva vida del Espíritu. (Romanos 7, 6)

  • Pero yo no he hecho uso de ninguno de estos derechos. Y no escribo esto para reivindicar estos derechos. Prefiero morir antes que verme privado de este glorioso título. (I Corintios 9, 15)

  • que por la obra de Cristo estuvo a punto de morir poniendo en peligro su vida para proporcionarme en vuestra ausencia los servicios que vosotros no me podíais prestar. (Filipenses 2, 30)

  • Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José y se postró ante Dios apoyándose en la empuñadura de su bastón. (Hebreos 11, 21)

  • Estos hombres son como animales irracionales, destinados por ley natural a ser cazados y a morir; hablan mal contra las cosas que no conocen, y morirán como los animales; (II Pedro 2, 12)

  • Dieron a cada uno una vestidura blanca, y les dijeron que tuvieran paciencia aún por un poco de tiempo, hasta que se completase el número de sus compañeros de servicio y de sus hermanos, que iban a morir como ellos. (Apocalipsis 6, 11)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina