19. Luego el sacerdote deberá conjurar a la mujer, diciéndole: "Si desde que estás bajo la potestad de tu marido ningún hombre se ha acostado contigo, si no te has apartado del buen camino ni te has deshonrado, que estas aguas amargas, portadoras de maldición, no te hagan ningún daño.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina