2. Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;

3. entonen para él un canto nuevo, toquen con arte, profiriendo aclamaciones.

4. Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad;

5. él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor.

6. La palabra del Señor hizo el cielo, y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales;

7. él encierra en un cántaro las aguas del mar y pone en un depósito las olas del océano.

8. Que toda la tierra tema al Señor, y tiemblen ante él los habitantes del mundo;

9. porque él lo dijo, y el mundo existió, él dio una orden, y todo subsiste.

10. El Señor frustra el designio de las naciones y deshace los planes de los pueblos,

11. es propio de los buenos alabarlo.

11. pero el designio del Señor permanece para siempre, y sus planes, a lo largo de las generaciones.

12. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se eligió como herencia!

13. El Señor observa desde el cielo y contempla a todos los hombres;

14. él mira desde su trono a todos los habitantes de la tierra;

15. modela el corazón de cada uno y conoce a fondo todas sus acciones.

16. El rey no vence por su mucha fuerza ni se libra el guerrero por su gran vigor;

17. de nada sirven los caballos para la victoria: a pesar de su fuerza no pueden salvar.

18. Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia,

19. para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

20. Nuestra alma espera en el Señor: él es nuestra ayuda y nuestro escudo.

21. Nuestro corazón se regocija en él: nosotros confiamos en su santo Nombre.

22. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti.





“Que Jesus o mergulhe no esplendor da Sua imortal juventude.” São Padre Pio de Pietrelcina