1. Sobre esta colecta para nuestros hermanos no hace falta decir más,

2. pues conozco vuestra buena voluntad, de la que me siento orgulloso ante los macedonios. Les he dicho que los de Acaya están dispuestos desde el año pasado, y esta buena disposición vuestra ha sido un estímulo para la mayoría.

3. Os envío a los hermanos para que lo que he presumido de vosotros no quede desmentido y para que estéis preparados,

4. pues si van los macedonios y se encuentran con que no estáis preparados, sería una vergüenza para mí, y sobre todo para vosotros.

5. Por eso he creído necesario pedir a los hermanos que vayan por delante y preparen vuestro donativo generoso, que habéis prometido. Así vuestra colecta será una muestra de generosidad, y no de tacañería.

6. Pensad: el que siembra con mezquindad, con mezquindad cosechará; y el que siembra con abundancia cosechará abundantemente.

7. Que cada uno dé lo que le dicte la conciencia; no de mala gana o por compromiso, pues Dios ama a quien da con alegría.

8. Y Dios puede volcar sus gracias sobre vosotros, para que, teniendo siempre lo suficiente en todo, crezcáis en toda obra buena.

9. Como dice la Escritura: Ha repartido con generosidad a los pobres; su justicia permanece para siempre.

10. El que provee simiente al que siembra y pan para comer, proveerá y multiplicará vuestros sembrados y aumentará los frutos de vuestra justicia.

11. Siendo ricos en todo, podréis ejercitar abundantemente vuestra generosidad, lo que, por mediación mía, hará que los hermanos den gracias a Dios.

12. Porque al llevar esta ayuda a los hermanos no sólo les remediamos en sus necesidades, sino que también los impulsamos a que den gracias a Dios.

13. Al darles esta ayuda, ellos alabarán a Dios, pues comprueban que obedecéis al evangelio de Cristo, ya que demostráis tener una generosa solidaridad con ellos y con todos.

14. Ellos pedirán por vosotros con mucho cariño por tantas gracias como Dios os ha dado.

15. Gracias sean dadas a Dios por este don indecible que nos ha hecho.





“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina