II Macabeos, 9

26. Os pido que, teniendo en cuenta el bien común y el de cada uno, conservéis vuestra benevolencia hacia mí y hacia mi hijo.

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El Capítulo 9 de 2 Macabeos narra la muerte y los momentos finales del rey seléucido Antiochus IV Epifanes, que perseguían brutalmente a los judíos y profesó el templo sagrado de Jerusalén. Los versos seleccionados a continuación están relacionados con los temas de castigo divino, arrepentimiento y misericordia.

Salmo 50:22: "Entiende esto ahora, usted que olvida a Dios, para que no te rompa, sin nadie libre". Este versículo habla sobre las consecuencias de aquellos que olvidan a Dios y su justicia, que son destruidos sin nadie para salvarlos, lo que puede aplicarse al rey Antíoco.

Jeremías 31:18: "Ciertamente escuché a Efraín que se lamentó: me has castigado y fui castigado, como un toro aún no domesticado; me convertiré y me convertiré, porque tú eres el Señor, mi Dios". Este versículo muestra la importancia del arrepentimiento y la solicitud de perdón a Dios. Se puede aplicar a los judíos que sufrieron bajo el gobierno de Antíoco, así como al propio Rey que, en sus momentos finales, supuestamente buscó el perdón divino.

Salmo 103:8-10: "El Señor es misericordioso y compasivo, tarde en enojado y grande en el amor. No acusa ni se resentirá para siempre; no nos trata como nuestros pecados ni regresamos a nuestras iniquidades". Este versículo destaca la misericordia y la compasión de Dios, que no trata a las personas de acuerdo con sus defectos, sino con amor y perdón. Se puede aplicar a aquellos que buscan arrepentimiento divino y perdón.

Proverbios 16:18: "El orgullo precede a la destrucción, y la altiva del Espíritu precede a la caída". Este versículo habla sobre los peligros del orgullo y la arrogancia, lo que puede conducir a la caída y la destrucción. Se puede aplicar al rey Antíoco, cuyo orgullo y tiranía lo llevaron a ser castigado por Dios.

Lucas 15:10: "Así te digo que hay alegría en la presencia de los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente". Este versículo muestra la alegría que ocurre en el cielo cuando una persona se arrepiente y se vuelve hacia Dios. Se puede aplicar a los judíos que sufrieron bajo el gobierno de Antíoco, así como al propio Rey que, en sus momentos finales, supuestamente buscó el perdón divino.