1. Al maestro de coro. Para oboe y arpa. Salmo de David

2. Te doy gracias, Señor, de todo corazón, quiero cantar tus maravillas;

3. quiero alegrarme y recrearme en ti, ensalzar tu nombre, oh Dios altísimo.

4. Mientras mis enemigos retroceden, flaquean y caen ante ti;

5. tú has defendido mi derecho y me has hecho justicia, sentado en el tribunal, como juez justo.

6. Has vencido a las gentes, destruido al malvado, has borrado su nombre para siempre;

7. acabó el enemigo en ruina eterna, has destruido sus ciudades, se perdió su recuerdo.

8. Pero el Señor reina eternamente, y tiene preparado su trono para el juicio;

9. juzga al mundo con justicia, dicta sentencia a las naciones.

10. El Señor es refugio para los oprimidos, su refugio en los tiempos de la angustia.

11. En ti esperan los que saben tu nombre, pues no abandonas, Señor, a quien te busca.

12. Cantad al Señor, que mora en Sión, publicad por los pueblos sus hazañas:

13. Él, vengador de la sangre, se acuerda de ellos, no olvida el grito de los oprimidos.

14. Piedad, Señor, mira cómo me aplasta mi enemigo, sácame de las puertas de la muerte,

15. para que pueda cantar tus alabanzas a las puertas de Sión, gozoso porque me has salvado.

16. Los paganos cayeron en su propia trampa, su pie quedó prendido en la red que tramaron,

17. el Señor se ha dado a conocer, ha hecho justicia, ha enredado al malvado en la obra de sus manos.

18. Retornen los malvados al abismo y todas las naciones que se olvidan de Dios.

19. Que no por siempre estará el pobre en el olvido, no se pierde por siempre la esperanza del mísero.

20. Levántate, Señor, que el hombre no se engría, sean las gentes juzgadas ante ti;

21. Señor, infúndeles terror, y aprendan los hombres que son seres mortales.





“Padre, eu não acredito no inferno – falou um penitente. Padre Pio disse: Acreditará quando for para lá?” São Padre Pio de Pietrelcina