Nehemías, 7
13. los de Zattú, 845;
13. los de Zattú, 845;
Nehemías 7 informa la organización de la gente después de la reconstrucción de las paredes de Jerusalén. Nehemías está a cargo de seleccionar líderes y establecer un registro genealógico de las personas que regresaron del exilio babilónico. Él nombra a Hanani y Hananias para supervisar la ciudad y las puertas, y también designa guardias para proteger la ciudad. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en Nehemías 7:
Nehemías 7:5: "Y mi Dios puso en mi corazón los nobles, los oficiales y la gente para que puedan ser registrados por genealogía". Nehemías comienza el proceso de registro genealógico de las personas que regresaron del exilio.
Ezra 2:59-60: "Estos fueron los que subieron a Tel-Melá, Tel-Harsá, querubín, ADOM e Imer, pero no pudieron probar que sus familias y sus descendientes fueran de Israel: descendientes de Delaías, hijos de Tobias y los descendientes de NECO ". Este versículo está en la lista de personas que regresaron del exilio babilónico, pero no pudieron probar su genealogía.
Ezra 2:62: "Buscaron su historial genealógico, pero no lo encontraron, por lo que fueron excluidos del sacerdocio como inmundo". Este verso habla sobre aquellos que no pudieron probar su genealogía y, por lo tanto, fueron excluidos del sacerdocio.
Nehemías 7:2: "Puse a mi hermano Hanani y Hananías, líder del palacio, sobre Jerusalén, porque era un hombre fiel y temía a Dios más que muchos otros". Nehemías elige líderes confiables para supervisar la ciudad y las puertas.
Nehemías 7:3: "Y les dije, no abra las puertas de Jerusalén hasta que el sol esté caliente, y mientras los cargadores todavía están allí, bloqueen las puertas y las bloqueen mientras todavía están en guardia. Llamé a algunos de Los habitantes de Jerusalén como guardias y también atribuyen a cada uno una sección de la pared para reparar ". Nehemías nombra a los guardias para proteger la ciudad y designa secciones de la pared a reparar por cada uno de ellos.
“O grau sublime da humildade é não só reconhecer a abnegação, mas amá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina