1. No discutas con un hombre poderoso: podrías caer en sus manos.

2. No te querelles con un hombre rico: podría echar su peso en la balanza.

3. No discutas con un hablador: sería echar leña al fuego.

4. No bromees con el hombre grosero: acabaría insultando a tus antepasados.

5. No hagas reproches al pecador arrepentido; acuérdate que todos somos culpables.

6. No desprecies al hombre en su vejez; también seremos viejos un día.

7. No te alegres de la muerte de alguien: acuérdate que todos moriremos.

8. No desdeñes las palabras de los sabios, recuerda a menudo sus preceptos: aprenderás de ellos a vivir y servir a los grandes.

9. No te apartes de la doctrina de los ancianos, pues ellos la aprendieron de sus padres; abrirán tu inteligencia y te harán capaz de responder oportunamente.

10. No excites al pecador: podrías quemarte en sus llamas.

11. No impacientes a un hombre de mal carácter: falsearía tus palabras y de allí sacaría pretexto.

12. No prestes a uno que tiene más poder que tú: si le has prestado, dalo por perdido.

13. No sirvas de aval de alguien más allá de tus medios: si lo has hecho, prepárate a pagar.

14. No presentes demanda judicial contra un juez: en vista de su posición, fallarán en su favor.

15. No salgas a caminar con un hombre temerario, no sea que te doble la mano. Como él actuará según su antojo, sus locuras los perderán a ambos.

16. No discutas con un hombre violento, no te quedes con él en un lugar solitario. Porque no tendrá escrúpulos en derramar sangre, y viéndote indefenso, se te echará tal vez encima.

17. No tomes tu decisión en presencia de un tonto: no guardará el secreto.

18. No hagas lo que debe permanecer secreto en presencia de un desconocido: no sabes cómo reaccionará.

19. No abras tu corazón a cualquiera: no cuentes con que sabrá agradecértelo.





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina