Encontrados 100 resultados para: �Cayó

  • Un fuego cayó sobre una banda de pecadores, la cólera del Señor estalló contra una raza rebelde. (Sirácides (Eclesiástico) 16, 6)

  • Pues bien, veo acercarse la caballería y a los jinetes, formados de dos en dos.» Entonces me han hablado y me han dicho: «Cayó, cayó Babilonia y todas las estatuas de sus dioses han rodado por el suelo hechas pedazos.» (Isaías 21, 9)

  • En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a decirle de parte de Yavé: «Esto te dice Yavé: Pon en orden las cosas de tu familia, porque vas a morir y no sanarás.» (Isaías 38, 1)

  • Poema dedicado a Ezequías, rey de Judá, que cayó enfermo y luego sanó de su enfermedad. (Isaías 38, 9)

  • Sí, lo asegura Yavé, mi pueblo bajó, primero, a Egipto para instalarse allí, y después cayó bajo la violenta opresión de Asur. (Isaías 52, 4)

  • En cuanto a Jeremías, gozaba del favor de Ajigam, hijo de Safán; por eso no cayó en manos del pueblo que quería matarlo. (Jeremías 26, 24)

  • Cayó la corona de nuestra cabeza. ¡Pobres de nosotros, que pecamos! (Lamentaciones 5, 16)

  • En ese momento cayó sobre mí el espíritu de Yavé. Me dijo: "Transmíteles esta palabra de Yavé: Sé lo que tienen en su cabeza, casa de Israel, sé lo que dicen. (Ezequiel 11, 5)

  • Llegaron extranjeros de todas las provincias a atacarlo; le echaron encima sus redes y cayó en una fosa. (Ezequiel 19, 8)

  • Al verlos el Faraón se consolará por su ejército que cayó bajo la espada -palabra de Yavé. (Ezequiel 32, 31)

  • El año undécimo de nuestro destierro, el cinco del décimo mes, llegó a mi casa un fugitivo de Jerusalén, me dijo: "La ciudad cayó". (Ezequiel 33, 21)

  • El cumplió las palabras que pronunció contra nosotros y contra los que nos gobernaban. Hizo venir sobre nosotros una calamidad tremenda. No, no hubo jamás otra mayor que la que cayó sobre Jerusalén (Daniel 9, 12)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina