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  • Echan a perder las comidas de fraternidad que celebran ustedes, pues no piensan más que en sí mismos y comen desvergonzadamente. Son como nubes arrastradas por el viento que no dan lluvia, árboles que no dan fruto al final del otoño y que ya están muertos antes de ser arrancados de raíz; (2º Carta de Pedro 3, 12)

  • Si dijéramos que no hemos pecado, sería como decir que él miente, y su palabra no estaría en nosotros. (1º Carta de Juan 1, 10)

  • Vean cómo sabremos que lo conocemos: si cumplimos sus mandatos. (1º Carta de Juan 2, 3)

  • En cambio, si uno guarda su palabra, el auténtico amor de Dios está en él. Y vean cómo conoceremos que estamos en él: (1º Carta de Juan 2, 5)

  • si alguien dice: «Yo permanezco en él», debe portarse como él se portó. (1º Carta de Juan 2, 6)

  • Y, sin embargo, se lo doy como un mandamiento nuevo, porque es realmente novedad tanto en ustedes como en Jesucristo; ya se van disipando las tinieblas y brilla la luz verdadera. (1º Carta de Juan 2, 8)

  • Esa gente salió de entre nosotros, pero no eran de los nuestros; si hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros. Así es como descubrimos que no todos son de los nuestros. (1º Carta de Juan 2, 19)

  • Amados, a pesar de que ya somos hijos de Dios, no se ha manifestado todavía lo que seremos; pero sabemos que cuando él aparezca en su gloria, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es. (1º Carta de Juan 3, 2)

  • Y si es esto lo que esperamos de él, querremos ser santos como él es santo. (1º Carta de Juan 3, 3)

  • Hijitos míos, no se dejen extraviar: el que actúa con toda rectitud es justo como él es justo. (1º Carta de Juan 3, 7)

  • El que no ama está en un estado de muerte. El que odia a su hermano es un asesino, y, como saben, ningún asesino tiene la vida eterna. (1º Carta de Juan 3, 15)

  • Si uno goza de riquezas en este mundo y cierra su corazón cuando ve a su hermano en apuros, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? (1º Carta de Juan 3, 17)


“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina