Encontrados 1067 resultados para: David y Saúl

  • Y el gentío que iba delante de Jesús, así como los que le seguían, empezaron a gritar: «¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en lo más alto de los cielos!» (Evangelio según San Mateo 21, 9)

  • Los sacerdotes principales y los maestros de la Ley vieron las cosas tan asombrosas que Jesús acababa de hacer y a los niños que clamaban en el Templo: «¡Hosanna al hijo de David!». Estaban furiosos (Evangelio según San Mateo 21, 15)

  • Jesús les preguntó: «¿Qué piensan ustedes del Mesías? ¿De quién tiene que ser hijo?» Contestaron: «De David.» (Evangelio según San Mateo 22, 42)

  • Jesús entonces añadió: «¿Cómo es que David llama al Mesías su Señor en un texto inspirado? (Evangelio según San Mateo 22, 43)

  • Si David lo llama su Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?» (Evangelio según San Mateo 22, 45)

  • El les dijo: «¿Nunca han leído ustedes lo que hizo David cuando sintió necesidad y hambre, y también su gente? (Evangelio según San Marcos 2, 25)

  • Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» (Evangelio según San Marcos 10, 47)

  • Varias personas trataban de hacerlo callar. Pero él gritaba con más fuerza: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» (Evangelio según San Marcos 10, 48)

  • ¡Ahí viene el bendito reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!» (Evangelio según San Marcos 11, 10)

  • Mientras Jesús enseñaba en el Templo, preguntó: «¿Por qué los maestros de la Ley dicen que el Mesías será el hijo de David? (Evangelio según San Marcos 12, 35)

  • Porque el mismo David dijo, hablando por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. (Evangelio según San Marcos 12, 36)

  • Si David mismo lo llama «Señor», ¿cómo puede entonces ser hijo suyo?» Mucha gente acudía a Jesús y lo escuchaba con agrado. (Evangelio según San Marcos 12, 37)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina