Encontrados 43 resultados para: Jesé

  • En vista de esto Saúl envió mensajeros a Jesé con esta orden: «Mándame a tu hijo David, el que está con el rebaño.» (1 Samuel 16, 19)

  • Jesé tomó cinco panes, una botella de vino y un cabrito y lo envió con su hijo a Saúl. (1 Samuel 16, 20)

  • Este le tomó mucho cariño y lo hizo su escudero. Con esto, Saúl mandó decir a Jesé: «Te ruego que tu hijo David se quede a mi servicio, porque me cae bien.» (1 Samuel 16, 22)

  • David era hijo de un efrateo de Belén de Judá, llamado Jesé, que tenía ocho hijos. (1 Samuel 17, 12)

  • Jesé dijo a David: «Toma, anda al frente de batalla y llévales a tus hermanos esta bolsa de trigo tostado y estos diez panes. Y al jefe del batallón le entregas estos diez quesillos; (1 Samuel 17, 17)

  • Saúl le preguntó: «Joven, ¿de quién eres hijo?» David respondió: «Soy hijo de Jesé de Belén.» (1 Samuel 17, 58)

  • Al segundo día de la fiesta, se vio también desocupado el asiento de David. Entonces, Saúl dijo a su hijo Jonatán: «¿Por qué no ha venido a comer ayer ni hoy el hijo de Jesé?» (1 Samuel 20, 27)

  • Saúl se enojó con Jonatán y le dijo: «¡Hijo de mujer perdida! ¿Acaso no sé yo que prefieres al hijo de Jesé para confusión tuya y vergüenza de tu perdida madre? (1 Samuel 20, 30)

  • les dijo: «Escuchen, hombres de Benjamín: ¿Acaso creen que el hijo de Jesé les va a dar a cada uno de ustedes campos y viñas? ¿O piensan que los va a nombrar a todos jefes de miles y de cientos? (1 Samuel 22, 7)

  • ¿Por qué entonces se han unido todos contra mí? No ha habido nadie que me informara de la alianza de mi hijo con el hijo de Jesé; nadie que se compadeciera de mí y me avisara que mi hijo lo animaba a que se sublevara contra mí, como ocurre hasta hoy día.» (1 Samuel 22, 8)

  • El edomita Doeg, que estaba entre los servidores de Saúl, respondió: «Yo he visto al hijo de Jesé venir a Nob, donde Ajimelec, hijo de Ajitub. (1 Samuel 22, 9)

  • Saúl le dijo: «Oye, hijo de Ajitub, ¿por qué te has unido con el hijo de Jesé en mi contra? Le diste pan y una espada y consultaste a Dios por él, para que se rebelara contra mí, y me tendiera emboscadas como ahora está sucediendo.» (1 Samuel 22, 13)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina