Encontrados 886 resultados para: La fuga de David

  • Entonces Jonatán hizo un pacto con David, porque lo quería como a sí mismo. (1 Samuel 18, 3)

  • Jonatán se despojó del manto que llevaba y se lo dio a David, y también le dio su propia armadura, así como su espada, su arco y su cinturón. (1 Samuel 18, 4)

  • David tenía éxito en todas las misiones que Saúl le encargaba, y él le confió el mando de su ejército. (1 Samuel 18, 5)

  • Todo el pueblo lo quería, incluso los oficiales de Saúl. Cuando David volvió con el pueblo después de haber derrotado al filisteo, las mujeres salieron de todas las ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl, con tambores y arpas y con gritos de alegría. (1 Samuel 18, 6)

  • Las mujeres cantaban: «Saúl mató a mil, y David a diez mil.» (1 Samuel 18, 7)

  • Saúl se enojó mucho y el refrán no le gustó, pues comentó: «A David le han dado diez mil, y a mí me dan sólo mil; ahora, lo único que le falta es el reino.» (1 Samuel 18, 8)

  • A partir de ese día, Saúl miró a David con malos ojos. (1 Samuel 18, 9)

  • Al día siguiente, un espíritu malo, venido de Dios, cayó sobre Saúl, que comenzó a delirar en su casa. David, pues, como lo hacía otros días, empezó a tocar la cítara. Saúl tenía una lanza en su mano, (1 Samuel 18, 10)

  • y pensó: «Clavaré a David en la pared.» Pero David esquivó el golpe dos veces. (1 Samuel 18, 11)

  • Saúl veía que Yavé lo había abandonado y estaba con David. Por eso tuvo miedo de David. (1 Samuel 18, 12)

  • David marchaba a la cabeza del ejército y le iba bien en todas sus expediciones porque Yavé estaba con él. (1 Samuel 18, 14)

  • Estos éxitos de David hicieron que Saúl lo temiera más aún; (1 Samuel 18, 15)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina