Encontrados 1560 resultados para: Padre Nuestro

  • Yavé se le apareció aquella misma noche y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abrahán. No temas, porque yo estoy contigo. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abrahán, mi servidor.» (Génesis 26, 24)

  • Rebeca estaba escuchando la conversación de Isaac con Esaú. Cuando éste se fue al campo en busca de caza para su padre, (Génesis 27, 5)

  • Rebeca dijo a su hijo Jacob: «Acabo de oír a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú y le dijo: (Génesis 27, 6)

  • Anda al corral y tráeme dos cabritos de los mejores que haya; con ellos haré un guiso como le gusta a tu padre. (Génesis 27, 9)

  • Después tú se lo presentas a tu padre para que lo coma y te bendiga antes de su muerte.» (Génesis 27, 10)

  • Jacob dijo a su madre Rebeca: «Pero mi padre sabe que yo soy lampiño y mi hermano muy velludo. (Génesis 27, 11)

  • Fue, pues, a buscarlo y se lo llevó a su madre, que preparó para su padre uno de sus platos preferidos. (Génesis 27, 14)

  • Jacob entró donde estaba su padre y le dijo: «¡Padre!» Él le preguntó: «Sí, hijo mío. ¿Quién eres?» (Génesis 27, 18)

  • Y Jacob dijo a su padre: «Soy Esaú, tu primogénito. Ya hice lo que me mandaste. Levántate, siéntate y come la caza que te he traído. Después me bendecirás.» (Génesis 27, 19)

  • Isaac le dijo: «Acércate, pues quiero tocarte y comprobar si eres o no mi hijo Esaú.» Jacob se acercó a su padre Isaac, (Génesis 27, 21)

  • Apenas Isaac había terminado de bendecirle, y Jacob había salido de la pieza de su padre, cuando llegó Esaú, su hermano, con el producto de su caza. (Génesis 27, 30)

  • Preparó también el guiso y se lo llevó a su padre, diciendo: «Levántate, padre, y come la caza que tu hijo te ha preparado, de manera que me puedas dar tu bendición.» (Génesis 27, 31)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina