Encontrados 25 resultados para: Rechazado
Pues no te rechazan a ti, sino que es a mí a quien han rechazado para que no reine sobre ellos. (1 Samuel 8, 7)
Pero Samuel respondió: «No iré más contigo porque has rechazado la palabra de Yavé, y él te ha rechazado para que no seas más rey de Israel.» (1 Samuel 15, 26)
Yavé dijo a Samuel: «Yo soy el que ha rechazado a Saúl y he decidido que no reinará más sobre Israel. ¿Hasta cuándo, pues, vas a estar llorando por él? Llena tu cuerno de aceite, pues quiero que vayas a casa de Jesé, del pueblo de Belén, porque he elegido a uno de sus hijos para ser mi rey.» (1 Samuel 16, 1)
¡Mira cómo se asustan de repente! les cae una desgracia inesperada. Dios dispersa los huesos del renegado; todos se ríen de ellos: "¡Cómo Dios los ha rechazado!" (Salmos 53, 6)
Sólo tú, oh Dios; pero nos has rechazado y ya no sales más con nuestras tropas. (Salmos 108, 12)
Llegó ante Betsur, ciudad bien defendida por los judíos; la atacó, pero fue rechazado y derrotado. (2 Macabeos 13, 19)
Mucho antes habían expuesto a Moisés a la muerte; más tarde lo habían rechazado con desprecio. Pero ahora lo admiraban debido a esa sed que los devoraba a ellos y no a los justos. (Sabiduría 11, 14)
Yavé, has rechazado a tu pueblo, a los hijos de Jacob, porque su país está lleno de adivinos y de magos, como los hay entre los paganos, y se ven numerosos extranjeros. (Isaías 2, 6)
Así como las llamas queman el rastrojo y como el pasto seco se consume en el fuego, así se pudrirá su raíz y el viento se llevará su flor junto con el polvo. Pues han rechazado la ley de Yavé Sabaot y han despreciado la palabra del Santo de Israel. (Isaías 5, 24)
Me había enojado con mi pueblo y había rechazado a los míos. Los había entregado a tus manos, pero tú no tuviste compasión y, sobre el anciano, hiciste caer tu yugo aplastante. (Isaías 47, 6)
Córtate tus cabellos largos y tíralos. Entona sobre los cerros pelados una lamentación. Porque Yavé ha despreciado y rechazado a esta generación a la que aborrece.» (Jeremías 7, 29)
¿Has rechazado para siempre a Judá, o tu alma está aburrida con Sión? ¿Por qué nos has herido sin esperanza de mejorar? Esperábamos la paz, y ninguna cosa buena llegó, la hora de nuestra mejoría, y se presentó el susto. (Jeremías 14, 19)