Encontrados 331 resultados para: Saúl es engañado

  • Saúl le dijo: «Te juro por Dios que esto no te traerá ninguna molestia.» (1 Samuel 28, 10)

  • Y la mujer vio a Samuel. Lanzó un grito fuerte y dijo a Saúl: «¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl!» (1 Samuel 28, 12)

  • El le dijo: «No temas. Pero ¿qué ves?» «Veo un fantasma que sube del abismo.» Saúl preguntó: «¿Qué apariencia tiene?» (1 Samuel 28, 13)

  • Ella respondió: «El que sube es un anciano envuelto en un manto.» Saúl comprendió que era Samuel, y se postró hasta tocar el suelo con su cara. (1 Samuel 28, 14)

  • Samuel le dijo: «¿Por qué has molestado mi descanso, llamándome?» Saúl respondió: «Estoy en un gran apuro. Los filisteos me hacen la guerra y Dios me ha abandonado. No me responde ni por medio de los profetas, ni por medio de los sueños. Por eso te he evocado, para que me digas lo que debo hacer.» (1 Samuel 28, 15)

  • Saúl se estremeció y cayó de bruces en el suelo. Estaba asustado por las palabras de Samuel. Además le faltaron las fuerzas porque no había comido en todo el día. (1 Samuel 28, 20)

  • La mujer se acercó a Saúl, y viéndolo en este estado le dijo: «Te he obedecido, incluso exponiendo mi vida. (1 Samuel 28, 21)

  • Saúl no quería aceptar, mas sus servidores y la mujer insistieron hasta que aceptó. Se levantó del suelo y se sentó en un sillón. (1 Samuel 28, 23)

  • La mujer tenía un ternero gordo en casa y se apresuró a sacrificarlo; luego tomó harina e hizo panes sin levadura y sirvió esta cena a Saúl y a sus acompañantes, que comieron y se marcharon aquella misma noche. (1 Samuel 28, 24)

  • Los jefes de los filisteos dijeron: «¿Qué hacen aquí estos hebreos?» Aquís les respondió: «Es David, el servidor de Saúl, rey de Israel, que hace ya uno o dos años que está conmigo, y desde el día de su venida hasta hoy no he tenido nada que reprocharle.» (1 Samuel 29, 3)

  • ¿No es éste aquel David de quien cantaban a coro: Saúl mató a mil y David a diez mil?» (1 Samuel 29, 5)

  • Los filisteos persiguieron a Saúl y a sus hijos y dieron muerte a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. (1 Samuel 31, 2)


“A mansidão reprime a ira.” São Padre Pio de Pietrelcina