Encontrados 36 resultados para: Todopoderoso

  • Aunque ahora me salvara de los hombres, no me salvaría, sea vivo o muerto, de las manos del Todopoderoso. (2 Macabeos 6, 26)

  • Que en mí y en mis hermanos se detenga la cólera del Todopoderoso, que justamente descarga sobre toda nuestra raza.» (2 Macabeos 7, 38)

  • Así, pues, dio aviso a todas las ciudades del litoral para que vinieran a comprar esclavos por un talento, sin darse cuenta que venía sobre él el castigo del Todopoderoso. (2 Macabeos 8, 11)

  • «Ellos, les dijo, vienen confiados en sus armas y en su audacia, pero nosotros tenemos puesta nuestra confianza en Dios Todopoderoso, que puede exterminar con un solo gesto a todos los que nos invaden y aun al mundo entero.» (2 Macabeos 8, 18)

  • cómo toma la palabra en la Asamblea del Altísimo y se glorifica delante del Todopoderoso: (Sirácides (Eclesiástico) 24, 2)

  • Josué siguió siempre al Todopoderoso. En tiempos de Moisés, junto con Caleb, hijo de Jefuné, actuó bien oponiéndose a la multitud, trató de apartar al pueblo del pecado y de hacer callar las murmuraciones de los malvados. (Sirácides (Eclesiástico) 46, 7)

  • Simón ejecutaba en el altar los ritos litúrgicos y presentaba con gran dignidad la ofrenda al Altísimo, al Todopoderoso. (Sirácides (Eclesiástico) 50, 14)

  • El pueblo entero de un solo golpe se echaba de bruces en el suelo: adoraban al Señor, al Todopoderoso, al Dios Altísimo. (Sirácides (Eclesiástico) 50, 17)

  • Griten, pues se acerca el día de Yavé; es como la tormenta del Dios Todopoderoso. (Isaías 13, 6)

  • Señor todopoderoso, Dios de Israel, un alma angustiada, un espíritu turbado es quien te clama. (Baruc 3, 1)

  • Tú reinas para siempre, y nosotros perecemos para siempre, Señor todopoderoso. (Baruc 3, 3)

  • Oí entonces el ruido de sus alas, como el ruido de aguas caudalosas, como la voz del Dios Todopoderoso. Cuando caminaban se sentía un ruido como de tempestad, como el estruendo de una multitud; cuando se detenían replegaban sus alas. (Ezequiel 1, 24)


“Feliz a alma que atinge o nível de perfeição que Deus deseja!” São Padre Pio de Pietrelcina