Encontrados 387 resultados para: Vino

  • Yo daré a tus siervos que se ocupen de cortar y derribar los árboles veinte mil cargas de trigo y otras tantas de cebada, veinte mil medidas de vino y veinte mil medidas de aceite: todo esto para su mantenimiento.» (2 Crónicas 2, 9)

  • Manda tú, pues, mi señor, a tus siervos el trigo y la cebada, el aceite y el vino que has ofrecido. (2 Crónicas 2, 14)

  • La reina de Saba había oído la fama de Salomón, y vino a Jerusalén a probarlo por enigmas. Vino con muchos servidores y con camellos que traían aromas, gran cantidad de oro y piedras preciosas. Fue donde Salomón y conversó con él sobre todas sus inquietudes. (2 Crónicas 9, 1)

  • Vino entonces Jeroboam con toda la asamblea, y hablaron a Roboam diciendo: (2 Crónicas 10, 3)

  • Construyó las murallas de estas ciudades y puso en ellas comandantes con provisiones de víveres, de aceite y vino. (2 Crónicas 11, 11)

  • El profeta Semaías vino a Roboam y a los jefe de Judí que se habían reunido en Jerusalén para hacer frente a Sosaq y les dijo: «Así dice Yavé: Ustedes me han abandonado y por esto también yo los abandono en manos de Sosaq.» (2 Crónicas 12, 5)

  • Vino entonces el Espíritu de Dios sobre Azarías, hijo de Obed, (2 Crónicas 15, 1)

  • Entonces en medio de la asamblea vino el Espíritu de Yavé sobre Jazaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benaías, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, (2 Crónicas 20, 14)

  • esta visita a Joram vino de Dios para ruina de Ocozías, pues llegado allí, salió con Joram contra Jehú, hijo de Nimsí, a quien Yavé había ungido para exterminar la familia de Ajab. (2 Crónicas 22, 7)

  • Atalía, al escuchar los gritos del pueblo que corría y aclamaba al rey, vino a la Casa de Yavé, donde estaba el pueblo. (2 Crónicas 23, 12)

  • Pero vino donde él un hombre de Dios que le dijo: «Oh rey, que no salga contigo el ejército de Israel, porque Yavé no está con Israel, ni con ninguno de los hijos de Efraím. (2 Crónicas 25, 7)

  • Vino contra él Teglatfalasar, rey de Asur, lo sitió, pero no llegó a dominarlo. (2 Crónicas 28, 20)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina