Encontrados 87 resultados para: ancho

  • Lo rodeaban vestíbulos de veinte codos de largo y cinco de ancho. (Ezequiel 40, 30)

  • Sus piezas, sus pilares y su vestíbulo tenían las mismas dimensiones, el pórtico y su vestíbulo tenían ventanas en su derredor. Su ancho era de cincuenta codos y su profundidad de veinticinco. (Ezequiel 40, 33)

  • La entrada tenía sus piezas, sus pilares, su vestíbulo con ventanas en derredor, su largo era de cincuenta codos y su ancho de veinticinco. (Ezequiel 40, 36)

  • Las cuatro mesas para el holocausto eran de piedra tallada de un codo y medio de largo, de uno y medio de ancho y uno de alto. En las meses se colocaban los instrumentos con los que se degollaban las víctimas para los holocaustos y los diversos sacrificios; (Ezequiel 40, 42)

  • esas mesas en las que se ponía la carne de los sacrificios tenía un borde sobresaliente de una palma de ancho en todo el derredor. (Ezequiel 40, 43)

  • Midió el patio, era cuadrado, de cien codos de largo y cien de ancho. El altar estaba frente a la Casa. (Ezequiel 40, 47)

  • Me hizo entrar en el vestíbulo de la Casa y midió sus pilares, cinco codos tanto a un lado como al otro. El ancho de la puerta era de catorce codos, y sus lados, de tres codos. (Ezequiel 40, 48)

  • El vestíbulo tenía veinte codos de ancho y doce de profundidad; se llegaba a él por diez peldaños. Cerca de los pilares había dos columnas, una a cada lado. (Ezequiel 40, 49)

  • Me hizo entrar en la parte del antesantuario y midió los pilares de cada lado: medían seis codos de ancho. (Ezequiel 41, 1)

  • Su entrada medía diez codos de ancho y sus columnitas, cinco; midió su profundidad, que era de cuarenta codos y su ancho, de veinte. (Ezequiel 41, 2)

  • Luego entró en el santuario y midió el pilar de la entrada, medía dos codos de ancho. La entrada medía seis, y el muro de cada lado, siete. (Ezequiel 41, 3)

  • Midió veinte codos para el ancho y veinte para el largo de esa sala, luego añadió: "Ese es el Santo de los Santos". (Ezequiel 41, 4)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina