Encontrados 204 resultados para: conversión de Pablo
Pablo contestó: «Estoy ante el tribunal del César; ahí debo ser juzgado. No he hecho ningún mal a los judíos, como tú muy bien sabes. (Hecho de los Apóstoles 25, 10)
Permanecieron allí algún tiempo, y Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: «Tenemos aquí a un hombre que Félix dejó preso. (Hecho de los Apóstoles 25, 14)
Sólo tenían contra él cuestiones referentes a sus creencias y a un cierto Jesús, ya muerto, de quien Pablo afirma que vive. (Hecho de los Apóstoles 25, 19)
Pero Pablo apeló y pidió que el sumario lo hiciera el tribunal del emperador. Entonces ordené que lo mantuvieran bajo custodia hasta que pueda enviarlo al César.» (Hecho de los Apóstoles 25, 21)
Al día siguiente llegaron Agripa y Berenice con gran pompa, y entraron en la sala de la audiencia acompañados por los jefes militares y las autoridades de la ciudad. Festo ordenó que trajeran a Pablo (Hecho de los Apóstoles 25, 23)
Agripa dijo a Pablo: «Puedes hablar en tu defensa.» Entonces Pablo extendió su mano y empezó a hablar así: (Hecho de los Apóstoles 26, 1)
Muy por el contrario, empecé a predicar, primero a la gente de Damasco, luego en Jerusalén y en el país de los judíos, y por último en las naciones paganas. Y les pedía que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, mostrando en adelante los frutos de una verdadera conversión. (Hecho de los Apóstoles 26, 20)
Al llegar Pablo a este punto de su defensa, Festo exclamó con voz muy alta: «Pablo, ¡tú estás loco! Tus muchos estudios te han trastornado la mente.» (Hecho de los Apóstoles 26, 24)
«No estoy loco, excelentísimo Festo, contestó Pablo; estoy diciendo cosas verdaderas con mucho sentido. (Hecho de los Apóstoles 26, 25)
Pablo le respondió: «Por poco o por mucho, quiera Dios que no sólo tú, sino también todos los que hoy me escuchan, llegaran hasta donde yo he llegado, a excepción de estas cadenas.» (Hecho de los Apóstoles 26, 29)
Cuando se decidió que nos debíamos embarcar rumbo a Italia, Pablo y otros prisioneros fueron entregados a un tal Julio, capitán del batallón Augusto. (Hecho de los Apóstoles 27, 1)
Llegamos a Sidón al día siguiente. Julio se mostró muy humano con Pablo y le permitió visitar a sus amigos y que pudieran atenderle. (Hecho de los Apóstoles 27, 3)