Encontrados 45 resultados para: edad

  • José murió en Egipto, a la edad de ciento diez años. Embalsamaron su cuerpo y lo colocaron en un ataúd en Egipto. (Génesis 50, 26)

  • y el total de los primogénitos varones, contando los hombres desde la edad de un mes para arriba, según el censo, resultó ser veintidós mil doscientos setenta y tres. (Números 3, 43)

  • El rescate se hará a partir de un mes de edad, lo estimarás en cinco siclos de plata calculados según el siclo del Santuario, es decir veinte gueras. (Números 18, 16)

  • Después de todos estos hechos, murió Josué, hijo de Nun, servidor de Yavé, a la edad de ciento diez años. (Josué 24, 29)

  • Josué, hijo de Nun, siervo de Yavé, murió a la edad de ciento diez años. (Jueces 2, 8)

  • Cuando ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab, el mayor de edad, y se dijo: «Sin duda éste será el elegido.» (1 Samuel 16, 6)

  • En cuanto a los moabitas, al saber que los reyes venían a atacarlos, reunieron a todos los hombres en edad de manejar la espada y se apostaron en la frontera. (2 Reyes 3, 21)

  • Joaquín tenía dieciocho años de edad cuando sucedió a su padre y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre era Nejusta, hija de Elnatán, de Jerusalén. (2 Reyes 24, 8)

  • Sedecías tenía veintiún años de edad, y reinó en Jerusalén durante once años. Su madre era Amital, hija de Jeremías de Libná. (2 Reyes 24, 18)

  • Estos son los hijos de Leví, según sus familias paternas, los cabezas de familIa, según el censo de ellos, contados uno por uno. Estaban encargados del servicio de la Casa de Yavé desde la edad de veinte años en adelante, (1 Crónicas 23, 24)

  • Y el resto del pueblo, de los sacerdotes y de los levitas, los porteros, los cantores y los ayudantes, y todos cuantos se habían separado de los habitantes del país para seguir la Ley de Dios junto con sus mujeres y sus hijos e hijas en edad de comprender. (Nehemías 10, 29)

  • Siendo mayor de edad, me casé con una joven de nuestra familia llamada Ana, de la que tuve un hijo al que llamé Tobías. Cuando fuimos desterrados a Nínive, (Tobías 1, 9)


“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina