Encontrados 840 resultados para: espada del Espíritu

  • Pero un espíritu malo enviado por Yavé se apoderó nuevamente de Saúl. Estaba sentado en su casa, con su lanza en la mano, y David tocaba la cítara. (1 Samuel 19, 9)

  • Saúl, pues, envió unos soldados para que lo tomaran preso. Ellos vieron a la comunidad de los profetas «profetizando»; es decir, que estaban en trance, con Samuel al frente de ellos. Entonces el espíritu de Yavé se apoderó de los soldados, que también empezaron a profetizar. (1 Samuel 19, 20)

  • Partió hacia allá, pero el espíritu de Yavé se apoderó también de él y fue profetizando hasta su llegada a las Celdas. (1 Samuel 19, 23)

  • Dijo David a Ajimelec: «¿No tienes a mano una lanza o una espada? Porque ni siquiera he alcanzado a tomar mi espada ni mis armas, pues la orden del rey era urgente.» (1 Samuel 21, 9)

  • Respondió el sacerdote: «Ahí está la espada de Goliat, el filisteo que mataste en el valle del Terebinto. Está envuelta en un paño detrás del efod; si deseas, tómala; porque aquí no hay más que ésa.» Dijo David: «Dámela, no hay otra como ella.» (1 Samuel 21, 10)

  • Este consultó por él a Yavé, le dio alimentos, y lo que es más, la espada de Goliat, el filisteo.» (1 Samuel 22, 10)

  • Saúl le dijo: «Oye, hijo de Ajitub, ¿por qué te has unido con el hijo de Jesé en mi contra? Le diste pan y una espada y consultaste a Dios por él, para que se rebelara contra mí, y me tendiera emboscadas como ahora está sucediendo.» (1 Samuel 22, 13)

  • Entonces él dijo a sus hombres: «Pónganse su espada.» Todos se la pusieron, incluyendo a David. Le siguieron unos cuatrocientos hombres, quedándose doscientos con el equipaje. (1 Samuel 25, 13)

  • Saúl se disfrazó y fue a verla acompañado por dos de sus hombres. Llegaron por la noche donde la mujer y Saúl le dijo: «Consulta al espíritu del que yo te diga.» (1 Samuel 28, 8)

  • Saúl dijo entonces a su escudero: «Saca tu espada y traspásame, no sea que lleguen esos infieles a burlarse de mí.» Pero el escudero no se atrevió a hacerlo, pues estaba temblando de miedo. Entonces Saúl se arrojó sobre su espada. (1 Samuel 31, 4)

  • Viendo que Saúl había muerto, su escudero se arrojó también sobre su espada, y murió junto a él. (1 Samuel 31, 5)

  • Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta la noche por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo de Yavé y por la nación de Israel, porque habían caído por la espada. (2 Samuel 1, 12)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina