Encontrados 1412 resultados para: formación del hombre
Esteban, hombre lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y señales milagrosas en medio del pueblo. (Hecho de los Apóstoles 6, 8)
Al no poder resistir a la verdad, sobornaron a unos hombres para que afirmaran: «Hemos oído hablar a este hombre contra Moisés y contra Dios.» (Hecho de los Apóstoles 6, 11)
Allí se presentaron testigos falsos que declararon: «Este hombre no cesa de hablar contra nuestro Lugar Santo y contra la Ley. (Hecho de los Apóstoles 6, 13)
y exclamó: «Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre a la derecha de Dios.» (Hecho de los Apóstoles 7, 56)
Había llegado a aquella ciudad antes que Felipe un hombre llamado Simón. Tenía muy impresionada a la gente de Samaría con sus artes mágicas y se hacía pasar por un gran personaje. (Hecho de los Apóstoles 8, 9)
Y el Señor le dijo: «Vete en seguida a la calle llamada Recta y pregunta en la casa de Judas por un hombre de Tarso llamado Saulo. Lo encontrarás rezando, (Hecho de los Apóstoles 9, 11)
Ananías le respondió: «Señor, he oído a muchos hablar del daño que este hombre ha causado a tus santos en Jerusalén. (Hecho de los Apóstoles 9, 13)
El Señor le contestó: «Vete. Este hombre es para mí un instrumento excepcional, y llevará mi Nombre a las naciones paganas y a sus reyes, así como al pueblo de Israel. (Hecho de los Apóstoles 9, 15)
Vivía en la ciudad de Cesarea un hombre llamado Cornelio, que era un capitán del batallón Itálico. (Hecho de los Apóstoles 10, 1)
Era un hombre piadoso y, al igual que toda su familia, era de los «que temen a Dios». Daba muchas limosnas a los judíos pobres y oraba constantemente a Dios. (Hecho de los Apóstoles 10, 2)
Ellos respondieron: «Nos envía el capitán Cornelio. Es un hombre recto, de los «que temen a Dios», y lo aprecian todos los judíos. Ha recibido de un santo ángel la orden de hacerte venir a su casa para aprender algo de ti.» (Hecho de los Apóstoles 10, 22)
les dijo: «Ustedes saben que no está permitido a un judío juntarse con ningún extranjero ni entrar en su casa. Pero a mí me ha manifestado Dios que no hay que llamar profano a ningún hombre ni considerarlo impuro. (Hecho de los Apóstoles 10, 28)