Encontrados 12 resultados para: ofendido

  • Llamó entonces Abimelec a Abrahán y le dijo: «¡En qué lío nos metiste! ¿En qué te he ofendido, para que traigas sobre mí y mi país un pecado tan grande? Te has portado como no debe hacerse.» (Génesis 20, 9)

  • Yavé lo ha visto, y desprecia a sus hijos e hijas que lo han ofendido. (Deuteronomio 32, 19)

  • Yo no te he ofendido, eres tú quien se porta mal conmigo, al atacarme. Yavé, el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.» (Jueces 11, 27)

  • Mira, padre mío, mira, en mi mano tengo la punta de tu manto; si yo pude cortarla y no te di muerte, es porque en mí no hay ni mala intención ni rebeldía. Reconoce, pues, que en nada te he ofendido. Tú, en cambio, andas acechándome para quitarme la vida. ¡Que Dios juzgue entre tú y yo! El me hará justicia, pero lo que es yo, no te levantaré la mano. (1 Samuel 24, 12)

  • No pases por alto sus insultos, ni su pecado sea borrado en tu presencia, porque han ofendido a los que edificaban. (Nehemías 3, 37)

  • Uno de los señores, llamado Memukán, pidió la palabra y dijo: «La reina Vasti no sólo ha ofendido al rey, sino también a nosotros, los grandes señores, y a todos tus súbditos en las provincias de tu imperio. (Ester 1, 16)

  • Una vez terminados los días de esos banquetes, Job los mandaba a llamar para purificarlos; se levantaba muy temprano y ofrecía sacrificios por cada uno de ellos, pues decía: «Puede que mis hijos hayan pecado y ofendido a Dios en su corazón.» Así hacía Job. (Job 1, 5)

  • Rueguen también por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque lo hemos ofendido y hasta el día de hoy el enojo y la cólera del Señor no se han apartado de nosotros. (Baruc 1, 13)

  • Fuimos sometidos en vez de dominar, porque habíamos ofendido al Señor, al no escuchar su voz. (Baruc 2, 5)

  • Todos por igual me han ofendido, pues me han dejado a mí, su Gloria, por ir a unas vergüenzas. (Oseas 4, 7)

  • Tres días después Pablo convocó a los judíos principales. Una vez reunidos, les dijo: «Hermanos, acaban de traerme preso de Jerusalén. He sido entregado a los romanos sin que yo haya ofendido a las autoridades de nuestro pueblo ni las tradiciones de nuestros padres. (Hecho de los Apóstoles 28, 17)

  • Yo mismo, al escribirles, no pensaba en el ofensor ni tampoco en el ofendido; más bien quería que ustedes tomaran conciencia ante Dios de la preocupación que tienen por mí. (2º Carta a los Corintios 7, 12)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina