Encontrados 389 resultados para: piedras grandes
Entonces empezaron a gritar, se taparon los oídos y todos a una se lanzaron contra él. Lo empujaron fuera de la ciudad y empezaron a tirarle piedras. (Hecho de los Apóstoles 7, 57)
Todos estaban pendientes de él, pequeños y grandes, y decían: «Este es el poder de Dios", pues se hablaba de un tal "gran poder de Dios.» (Hecho de los Apóstoles 8, 10)
Pero, con la ayuda de Dios, seguí dando mi testimonio a grandes y pequeños hasta el día de hoy. En ningún momento me aparto de lo que Moisés y los Profetas dijeron de antemano: (Hecho de los Apóstoles 26, 22)
Suyos son los grandes antepasados, y Cristo es uno de ellos según la carne, el que como Dios está también por encima de todo. ¡Bendito sea por todos los siglos: Amén! (Carta a los Romanos 9, 5)
Pues yo, hermanos, cuando fui a ustedes para darles a conocer el proyecto misterioso de Dios, no llegué con oratoria ni grandes teorías. (1º Carta a los Corintios 2, 1)
Sobre este cimiento se puede construir con oro, plata, piedras preciosas, madera, caña o paja. (1º Carta a los Corintios 3, 12)
Así que no se sientan orgullosos de sus grandes hombres. Piensen que todo es para ustedes: (1º Carta a los Corintios 3, 21)
No llegamos con grandes pretensiones adonde otros han trabajado. Al contrario, esperamos que mientras más crezca su fe, también crezcamos nosotros gracias a ustedes, según nuestra propia pauta. (2º Carta a los Corintios 10, 15)
¡Haber probado inútilmente favores tan grandes! Pues en ese caso no les habrían servido de nada. (Carta a los Gálatas 3, 4)
Miren qué letras tan grandes estoy trazando: esta es mi letra. (Carta a los Gálatas 6, 11)
Como hacía tiempo que nos veíamos privados de su compañía, aunque no alejados de corazón, teníamos grandes deseos de verlos y buscábamos el medio. (1º Carta a los Tesalonicenses 2, 17)
En los días de su vida mortal, presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarlo de la muerte; este fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas, y fue escuchado por su religiosa sumisión. (Carta a los Hebreos 5, 7)