Encontrados 43 resultados para: regalo

  • y fue a presentar el regalo a Eglón, rey de Moab. Este Eglón era un hombre muy gordo. (Jueces 3, 17)

  • Saúl le contestó: «Bien, vamos, pero ¿qué presente llevaremos a ese hombre de Dios? No nos queda pan y no tenemos ningún regalo para llevarle. ¿Qué le podemos dar?» (1 Samuel 9, 7)

  • Acepta este regalo que te traigo y dalo a los jóvenes que te siguen. (1 Samuel 25, 27)

  • Al oír esto, los hombres de Judá les respondieron: «Lo hacemos porque el rey es nuestro pariente. ¿Qué sacan con enojarse por eso? ¿Acaso vivimos a costa del rey o nos ha hecho algún regalo especial?» (2 Samuel 19, 43)

  • Luego ofreció al rey ciento veinte talentos de oro, perfumes y joyas en gran cantidad. Nunca había llegado tanta cantidad de perfumes como los que regaló la reina de Saba a Salomón. (1 Reyes 10, 10)

  • Dijo entonces el rey al hombre de Dios: «Ven a descansar a mi casa, que quiero hacerte un regalo.» (1 Reyes 13, 7)

  • El rey dijo a Jazael: «Vete donde el hombre de Dios para consultar a Yavé por su medio, y que yo sepa si sobreviviré a esta enfermedad. Pero lleva contigo un buen regalo.» (2 Reyes 8, 8)

  • Jazael fue donde Eliseo, llevando consigo todo lo mejor que se podía encontrar en Damasco; cuarenta camellos llevaban este regalo. Al llegar junto a Eliseo, le dijo: «Tu hijo, Ben-Hadad, rey de Aram, me ha enviado a ti para preguntarte: ¿Sobreviviré de esta enfermedad?» (2 Reyes 8, 9)

  • Ajaz tomó la plata y el oro que había en la Casa de Yavé y los tesoros de la casa del rey y se lo mandó al rey de Asur como regalo. (2 Reyes 16, 8)

  • En aquel tiempo, Merodac-Baladan, hijo de Baladan, rey de Babilonia, envió cartas y un regalo a Ezequías porque supo que había estado enfermo. (2 Reyes 20, 12)

  • Ella me respondió: «Es un regalo que agregaron a mi sueldo.» Yo no creí y me enojé con ella, ordenándole que lo devolviera a sus dueños. Entonces ella me replicó: «¿Dónde están tus limosnas? ¿Dónde tus buenas obras? Contigo hay que soportarlo todo.» (Tobías 2, 14)

  • Este vio volver a él a todos sus hermanos y hermanas, lo mismo que a los conocidos de antes. Comían con él en su casa lo compadecían y consolaban por todos los males que Yavé le había mandado. Cada uno de ellos le regaló una moneda de plata y un anillo de oro. (Job 42, 11)


“Há duas razões principais para se orar com muita satisfação: primeiro para render a Deus a honra e a glória que Lhe são devidas. Segundo, para falar com São Padre Pio de Pietrelcina