Encontrados 55 resultados para: temen

  • Un amigo fiel es como un remedio que te salva; los que temen al Señor lo hallarán. (Sirácides (Eclesiástico) 6, 16)

  • ¿Cuál es la raza digna de honor? La raza humana. ¿Cuál es la raza digna de honor? Los que temen al Señor. ¿Qué raza es despreciable? La raza humana. ¿Qué raza es despreciable? Los que violan los mandamientos y la Ley. (Sirácides (Eclesiástico) 10, 19)

  • El jefe merece el respeto de sus hermanos; pero él respeta a los que temen al Señor. (Sirácides (Eclesiástico) 10, 20)

  • El Señor detesta el mal, y de igual modo lo detestan los que temen al Señor. (Sirácides (Eclesiástico) 15, 13)

  • Su mirada se posa en los que le temen; conoce todas las acciones de los hombres. (Sirácides (Eclesiástico) 15, 19)

  • El Señor recibirá a los que le temen, sus buenas acciones brillarán como la luz. (Sirácides (Eclesiástico) 32, 16)

  • Los que temen al Señor salvarán su vida porque pusieron su esperanza en el que los puede salvar. (Sirácides (Eclesiástico) 34, 13)

  • Cuando piensan en el futuro, lo que preocupa a sus espíritus, lo que temen, es el día de su muerte. (Sirácides (Eclesiástico) 40, 2)

  • «No digan ustedes: "¡Conspiración!" cada vez que la gente dice: "¡Conspiración!". No teman lo que ellos temen, ni tengan miedo. (Isaías 8, 12)

  • ¿A mí no me temen?, dice Yavé, ni tiemblan delante de mí? De mí, que puse la arena para atajar el mar, como una cerca eterna que no puede saltar. Aunque se agite bramando, no podrá pasarla con sus olas. (Jeremías 5, 22)

  • Ya que ustedes temen a la espada, enviaré sobre ustedes la espada, palabra de Yavé. (Ezequiel 11, 8)

  • Era un hombre piadoso y, al igual que toda su familia, era de los «que temen a Dios». Daba muchas limosnas a los judíos pobres y oraba constantemente a Dios. (Hecho de los Apóstoles 10, 2)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina