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Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante Yavé, tu Dios, en el lugar elegido por él: en la fiesta de los Azimos, en la fiesta de las Semanas y en la fiesta de los Tabernáculos. Y no se presentarán con las manos vacías, (Deuteronomio 16, 16)
Exigirás las declaraciones de dos o tres testigos para condenarlos a muerte. Nadie será condenado a muerte por la acusación de un solo testigo. (Deuteronomio 17, 6)
reservarás tres ciudades del país que Yavé, tu Dios, te da. (Deuteronomio 19, 2)
Tendrás libre y franco el camino de acceso a ellas y dividirás en tres partes el territorio que Yavé, tu Dios, te da en posesión: esto para que todo el que haya dado muerte a un hombre pueda refugiarse en esas ciudades. (Deuteronomio 19, 3)
Por esto, te mando yo que separes estas tres ciudades. (Deuteronomio 19, 7)
con la condición de que guardes sus mandamientos y hagas lo que hoy te digo, esto es, que ames a Yavé, tu Dios, y sigas sus caminos en todo tiempo, entonces añadirás otras tres ciudades a las antedichas, duplicando así el número de ciudades de refugio. (Deuteronomio 19, 9)
Un solo testigo no es suficiente para condenar a un hombre, sea cual fuere el delito o falta de que se le acusa; sólo por el testimonio de dos o tres testigos se decidirá la causa. (Deuteronomio 19, 15)
«Recorran el campamento impartiendo esta orden: Junten bastante alimento, porque dentro de tres días pasarán el Jordán y entrarán en posesión de la tierra que les dará Yavé, nuestro Dios.» (Josué 1, 11)
Pero les dijo: «Diríjanse hacia los cerros para que no los sorprendan los que los andan persiguiendo. Permanezcan escondidos allí por tres días, hasta que regresen ellos, y luego prosigan su camino.» (Josué 2, 16)
Los hombres se dirigieron a los cerros y allí se escondieron por tres días, hasta que sus perseguidores regresaron. Estos los habían buscado por todas partes sin hallarlos. (Josué 2, 22)
Después de tres días, los oficiales recorrieron el campamento (Josué 3, 2)
Los exploradores le dijeron a su regreso: «No es necesario que se movilice todo el ejército; unos dos o tres mil hombres son suficientes para conquistar la ciudad. Es inútil cansar a todo el pueblo, pues esa gente es poco numerosa.» (Josué 7, 3)