Encontrados 43 resultados para: Alturas

  • De ella recibe su nombre el mes; ella crece admirablemente en sus ciclos, es la insignia de los ejércitos acampados en las alturas, que brilla en el firmamento del cielo. (Eclesiástico 43, 8)

  • La gloria de los astros es la hermosura del cielo, un adorno luminoso en las alturas del Señor: (Eclesiástico 43, 9)

  • Y el Señor dio a Caleb la fuerza que le duró hasta su vejez, y lo hizo subir a las alturas del país, que sus descendientes retuvieron como herencia, (Eclesiástico 46, 9)

  • "Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas". (Isaías 7, 11)

  • La tierra está de duelo, desfallece, el mundo se marchita, desfallecen las alturas junto con la tierra. (Isaías 24, 4)

  • El Señor es sublime porque habita en las alturas: él llena a Sión con el derecho y la justicia, (Isaías 33, 5)

  • ese hombre habitará en las alturas, rocas fortificadas serán su baluarte, se le dará su pan y tendrá el agua asegurada. (Isaías 33, 16)

  • Ayunan para entregarse a pleitos y querellas y para golpear perversamente con el puño. No ayunen como en esos días, si quieren hacer oír su voz en las alturas. (Isaías 58, 4)

  • entonces te deleitarás en el Señor; yo te haré cabalgar sobre las alturas del país y te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob, porque ha hablado la boca del Señor. (Isaías 58, 14)

  • Así habla el Señor: Porque el enemigo ha dicho contra ustedes: "¡Ah, estas alturas antiguas han pasado a ser posesión nuestra!", (Ezequiel 36, 2)

  • Porque el que forma las montañas y crea el viento, el que descubre al hombre cuál es su designio, el que hace la aurora y las tinieblas, el que camina sobre las alturas de la tierra, se llama "Señor, Dios de los ejércitos". (Amós 4, 13)

  • La soberbia de tu corazón te engañó, a ti, que habitas en las hendiduras de la roca, que pones tu morada en las alturas, y dices en tu corazón: "¿Quién me precipitará por tierra?". (Abdías 1, 3)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina