Encontrados 105 resultados para: Caer
Porque había pensado: "No sea que Tobías haya muerto y nos expongamos a caer en el ridículo". (Tobías 8, 10)
Pero ella replicaba: "Déjame, no trates de engañarme. Mi hijo ha muerto". Y todos los días salía a mirar el camino por donde se había ido su hijo, porque no se fiaba de nadie. Al caer la tarde, entraba en su casa y pasaba las noches llorando y lamentándose sin poder dormir. Cuando pasaron los catorce días de fiesta que Ragüel había prometido celebrar en honor de su hija, Tobías fue a decirle: "Déjame partir, porque seguramente mi padre y mi madre piensan que ya no volverán a verme. Te ruego, padre, que me dejes volver a la casa de mi padre. Ya te dije en qué estado lo dejé". (Tobías 10, 7)
Amán contó a Zeres, su mujer, y a todos sus amigos lo que había pasado. Entonces sus consejeros y Zeres, su mujer, le dijeron: "Si ese Mardoqueo, ante quien has comenzado a caer, pertenece a la raza de los judíos, no podrás derrotarlo; caerás irremediablemente ante él". (Ester 6, 13)
Se despojó de sus vestidos lujosos y se puso ropa de aflicción y de duelo. En lugar de los perfumes refinados, se cubrió la cabeza de ceniza y basura. Mortificó su cuerpo duramente y dejó caer sus cabellos enmarañados sobre aquel cuerpo que antes se complacía en adornar. (Ester 14, 2)
Como una vid, perderá sus uvas todavía agrias, como un olivo dejará caer sus flores. (Job 15, 33)
Porque estoy a punto de caer y el dolor no se aparta de mí: (Salmos 38, 18)
nos hiciste caer en una red, cargaste un fardo sobre nuestras espaldas. (Salmos 66, 11)
tembló la tierra y el cielo dejó caer su lluvia, Pausa delante del Señor -el del Sinaí- delante del Señor, el Dios de Israel. (Salmos 68, 9)
los dejó caer en medio del campamento, alrededor de sus carpas. (Salmos 78, 28)
El día trece del mes de Adar, los ejércitos entraron en combate y el de Nicanor fue desbaratado. El primero en caer fue el mismo Nicanor, (I Macabeos 7, 43)
Jasón masacró sin piedad a sus propios conciudadanos, sin caer en la cuenta de que una victoria sobre ellos era el mayor de los desastres: ¡él se imaginaba que ganaba trofeos a sus enemigos y no a sus propios compatriotas! (II Macabeos 5, 6)
Hecho esto, postrados profundamente, suplicaron al Señor que nunca más los dejara caer en semejantes desgracias, y si alguna vez volvían a pecar, los corrigiera él mismo con bondad, en lugar de entregarlos a los paganos blasfemos y crueles. (II Macabeos 10, 4)