Encontrados 1176 resultados para: David y Saul

  • David era hijo de aquel Efrateo de Belén de Judá, llamado Jesé, que tenía ocho hijos. En tiempos de Saúl, Jesé era ya un hombre viejo, de edad avanzada, (I Samuel 17, 12)

  • y sus tres hijos mayores habían ido a la guerra detrás de Saúl. El mayor de estos tres hijos se llamaba Eliab, el segundo Abinadab y el tercero Sammá; (I Samuel 17, 13)

  • David era el más pequeño. Los tres mayores habían seguido a Saúl, (I Samuel 17, 14)

  • mientras que David solía ir al campamento de Saúl y luego volvía a Belén, para apacentar el rebaño de su padre. (I Samuel 17, 15)

  • Jesé dijo a su hijo David: "Toma esta bolsa de grano tostado y estos diez panes, y corre a llevárselos a tus hermanos al campamento. (I Samuel 17, 17)

  • Saúl está con ellos y con todos los hombres de Israel en el valle del Terebinto, combatiendo contra los filisteos". (I Samuel 17, 19)

  • David se levantó de madrugada, dejó el rebaño al cuidado de un guardián y partió con su carga, como se lo había mandado Jesé. Cuando llegó al cerco del campamento, el ejército avanzaba en orden de batalla, lanzando el grito de guerra. (I Samuel 17, 20)

  • Entonces David dejó las cosas que traía en manos del encargado del equipaje, corrió hacia las filas y fue a saludar a sus hermanos. (I Samuel 17, 22)

  • Mientras estaba hablando con ellos, subió del frente filisteo el luchador llamado Goliat, el filisteo de Gat. Pronunció las mismas palabras, y David lo escuchó. (I Samuel 17, 23)

  • David preguntó a los hombres que estaban con él: "¿Qué le harán al hombre que derrote a ese filisteo y ponga a salvo el honor de Israel? Porque ¿quién es ese filisteo incircunciso para desafiar a las huestes del Dios viviente?". (I Samuel 17, 26)

  • David replicó: "Pero ¿qué he hecho? ¿O ni siquiera se puede hablar?". (I Samuel 17, 29)

  • Los que habían oído las palabras que dijo David se las comunicaron a Saúl, y este lo mandó llamar. (I Samuel 17, 31)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina