Encontrados 53 resultados para: Desolación

  • Él los entregó en manos de todos los reinos que nos rodean, para que cayeran en el oprobio y la desolación, entre todos los pueblos de los alrededores donde el Señor los dispersó. (Baruc 2, 4)

  • Porque así como ella se alegró de tu caída y se regocijó por tu ruina, así se afligirá por su propia desolación. (Baruc 4, 33)

  • Extenderé mi mano contra ellos, haré del país una devastación y una desolación, desde el desierto hasta Riblá, en todos los lugares donde habitan, y ellos sabrán que yo soy el Señor. (Ezequiel 6, 14)

  • El rey estará de duelo, el príncipe se cubrirá de desolación y temblarán las manos de la gente. Yo los trataré conforme a su conducta, los juzgaré según sus juicios, y sabrán que yo soy el Señor. (Ezequiel 7, 27)

  • Yo haré del país una desolación, porque han sido infieles -oráculo del Señor-. (Ezequiel 15, 8)

  • Te llenarás de embriaguez y de aflicción. ¡Copa de ruina y desolación es la copa de tu hermana Samaría! (Ezequiel 23, 33)

  • La tierra de Egipto será una desolación y una ruina, y ellos sabrán que yo soy el Señor. Por haber dicho: "El Nilo me pertenece, yo mismo me lo hice", (Ezequiel 29, 9)

  • Yo haré de la tierra de Egipto la más desolada entre las tierras desoladas, y sus ciudades serán una desolación entre las ciudades en ruinas, durante cuarenta años. Dispersaré a los egipcios entre las naciones y los diseminaré por los países. (Ezequiel 29, 12)

  • Y cuando convierta a Egipto en una desolación y el país sea despojado de todo lo que lo llena, cuando hiera a todos los que lo habitan, se sabrá que yo soy el Señor. (Ezequiel 32, 15)

  • Dejaré tus ciudades en ruinas y tú misma serás una desolación. Así sabrás que yo soy el Señor. (Ezequiel 35, 4)

  • Te convertiré en una desolación eterna y tus ciudades no volverán a ser habitadas. Así ustedes sabrán que yo soy el Señor. (Ezequiel 35, 9)

  • Así habla el Señor: Yo te convertiré en una desolación, para alegría de toda la tierra. (Ezequiel 35, 14)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina