Encontrados 33 resultados para: Granizo

  • Cubrieron la superficie de todo el país, de manera que este quedó a oscuras; devoraron toda la vegetación y todos los frutos de los árboles que se habían salvado del granizo; y en todo el territorio de Egipto no quedó ni siquiera una brizna de verdor en los árboles y en las plantas del campo. (Exodo 10, 15)

  • Mientras huían delante de Israel -precisamente cuando estaban en la bajada de Bet Jorón- el Señor arrojó sobre ellos desde el cielo, hasta la altura de Azecá, unas piedras tan grandes que les provocaban la muerte. Fueron más los que murieron a causa del granizo que los que mató Israel al filo de la espada. (Josué 10, 11)

  • las nubes se deshicieron en granizo y centellas al fulgor de su presencia. (II Samuel 22, 13)

  • ¿Has penetrado hasta los depósitos de la nieve y has visto las reservas del granizo, (Job 38, 22)

  • las nubes se deshicieron en granizo y centellas al fulgor de su presencia. (Salmos 18, 13)

  • destruyó sus viñedos con el granizo y sus higueras con la helada; (Salmos 78, 47)

  • Les mandó granizo en vez de lluvia, y cayeron llamaradas en su tierra; (Salmos 105, 32)

  • el rayo, el granizo, la nieve, la bruma, y el viento huracanado que obedece a sus órdenes. (Salmos 148, 8)

  • La nieve y el hielo resistían al fuego sin derretirse, a fin de que supieran que solamente los frutos de los enemigos eran destruidos por el fuego que ardía en medio del granizo y fulguraba bajo la lluvia; (Sabiduría 16, 22)

  • Fuego, granizo, hambre y peste: todo esto fue creado para el castigo. (Eclesiástico 39, 29)

  • Con su gran poder, condensa las nubes, que se pulverizan en granizo. (Eclesiástico 43, 15)

  • Él invocó al Altísimo, el Poderoso, cuando sus enemigos lo asediaban por todas partes; y el gran Señor respondió a su plegaria, arrojando granizo de una fuerza inusitada. (Eclesiástico 46, 5)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina